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grarte a Dios en la vida religiosa?» La muchacha contestó «Lo he pensado muchas veces, pero siempre me ha faltado decisión, porque para ello tenía que renunciar a mi hermosa cabellera» . --«Si es así- contestó rápida y espontánea Isabel - «celebro más el corte de tu cabellera que si a mi hijo a quien quiero muchísimo le hubieran hecho emperador» . Hildegonda ganada por el trato dulce y comprensivo de nuestra santa, se unió más tarde al grupo de colaboradoras y prestó servicios muy valiosos en el hospital de Marburg . El reparto duró hasta últimas horas de la tarde. Isabel compartió con los pobres las emociones de la jornada. Pero hubo enfermos y pobres que no pudieron regresas ese día a sus casas. Habían venido de lugares muy distanciados de Turingia. La imaginación de la santa volvió a funcionar . Mandó encender grandes hogueras que ilumina– ran las campas. Se sirvió pan y algunas viandas, luego hubo cancio– nes y bailes de la región en los que tomó parte Isabel. Con esta fiesta improvisada los pobres y enfermos se olvidaron del frío y de la aburrida espera hasta el amanecer del día siguiente . Isabel agotada, pero feliz , resumió así el sentido de la fiesta: «Que bello es procurar momentos de felicidad a los que acaso no lo han sentido nunca» 40 • Hay que profundizar con la exquisita sensibilidad humana y fraterna de la santa para conocer y valorar el mundo de carencias que arrastran los menesterosos . Ellos también tienen sus ilusiones como cualquier ser humano. Es posible por ejemplo, que nosotros les causemos gran amargura cuan– do dudamos de su estado de verdadera necesidad porque les vemos fumar un pitillo, beber un vaso de vino o comer un día caliente en el restaurante . 40 Las declaraciones de las Cuatro Doncellas 56. 189

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