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CAPÍTULO 11 LA PROFECÍA DEL VIEJO BARDO Las cromcas del tiempo han conservado una preciosa leyenda sobre el nacimiento de santa Isabel. Pertenece a ese género de pro– fecías poéticas que miran al pasado, no al futuro, desde el presente. La transcribimos porque tiene un rancio sabor de la época y refleja la admiración y la popularidad de que gozaba la Santa en su tiempo. Habla la leyenda de un viejo trovador mitad mago, mitad astró– logo, huésped de todos los cami– nos de la Europa central. Había nacido en Hungría, pero tenía amistades en todas las cortes euro– peas. Se llamaba Klingsohr, ducho en las siete artes liberales y gran conocedor de los acontecimientos futuros por la observación y estu– dio directo de las estrellas. En una de las giras por las cor– tes alemanas, llegó a tierras de Turingia y se alojó en la hospede– ría de Hellgref en Eisenach. Casi a la hora del crepúsculo bajó al jar- Boceto de Klingsohr, trovador y futurólogo. 17