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ganó el corazón de Isabel y desde ese momento motiva la respuesta de la santa y provoca su oración alimentada por una fe intensa y coherente. Aunque la oración principalmente es obra del Espíritu, cuando es verdadera, compromete cuanto somos y hacemos; provoca también en el que ora, actitudes firmes y confiadas de entrega y responsabi– lidad, de abandono y absoluta confianza. A través de la oración Isabel, consigue poner totalmente su vida en manos de Dios. Esto explica por qué en su oración la cruz y la pasión del Señor ocupan un lugar preferente y central. Hay por último en la oración de santa Isabel un matiz muy ca– racterístico. No se parece en nada a la oración hecha en los monas– terios a ciertas horas determinadas del día , prefijadas y respetadas siempre. La santa busca sus horas en el barullo de la itinerancia, debe plantearla un poco a salto de mata y sin que sepa lo que va a depararle el día que amanece . La oración alternando con la entrega a sus pobres, hace de la misma una experiencia más enriquecedora, más enraizada en la vida, es también más evangélica y más en consonancia al estilo de la existencia de Jesús . Como toda oración bíblica la oración de Isabel es de ojos abiertos, no exclusivamente pendiente del propio yo; es una percepción intensificada del sufrimiento ajeno y obliga a tener los oídos muy atentos ante lo que acontece . Los biógrafos presentan una Isabel niña claramente ganada por las cosas de Dios. Sabe dar un colorido religioso a sus juegos infantiles. Aprovecha las cualidades de líder para conseguir que tales juegos con sus compañeras terminen siempre a la puerta de la capilla con el rezo del Padre nuestro. También aflora su alma religiosa en el gesto de ternura infantil, cuando desea entrar en la capilla , la encuentra cerrada y besa la cerradura con el mismo cariño con que besaría el rostro del Señor, mientras le dice con la sencillez confiada de los niños: «Señor, tu lsabelita juega, pero no te olvida». Conocemos también la oración de Isabel en sus años de matrimo– nio . Posee entonces quince o dieciséis años. Su oración es ya <lesa- 182

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