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Ella no se inmutó externamente, continuó atendiéndole con el más exquisito cariño ese día y en los días siguientes. Inesperadamente el enfermo, ganado por la paciencia y la bon– dad de Isabel, pidió a esta que le enseñase a rezar y se confesó con visible arrepentimiento de sus pecados. A quienes le preguntaban por su cambio de actitud respondía: «No podía ni vivir ni dormir tranquilo, en el rostro dulce y en el trato bondadoso de Isabel, veía la mirada paternal y compasiva de Nuestro Señor» 37 • El campo de operaciones caritativas de Isabel, no se limitaba a los enfermos que acudían al Hospital. Como había hecho en otra época desde el castillo de Wartburg , visitaba todas las semanas los pueblos y villorrios próximos a Marburg, entraba en las humildes casas de los campesinos donde encontraba enfermos o familias en la máxima indigencia, les procuraba alimento , ropas , medicinas y mandaba que los trasladaran al hospital en los casos graves y urgentes. En el trato con los enfermos, nuestra santa tenía a veces compor– tamientos de florecilla . Demuestran hasta qué punto se había entre– gado a ellos y estaba pendiente de sus pequeños caprichos. Una de las enfermas del hospital, manifestó un día deseos de comer pescado . Isabel no lo pensó dos veces, se fue a orillas del río Lahn y no volvió hasta que a fuerza de paciencia capturó el número suficiente de peces para colmar la ilusión de su enferma. La solicitud de Isabel abarcaba también la atención y cuidado de las almas. Ya citamos algún caso . Se preocupaba de que los niños recién nacidos recibieran el Bautismo: A golpe de paciencia y cariño lograba que los corazones de los más incrédulos o desesperados , se abrieran a horizontes de esperanza sobrenatural, y preparaba a ;os miedosos o enfermos terminales, a que confiaran en la comprensión y bondad paternal del Señor. 37 Fray Cesáreo de Hasterbach, o. c., 102-105. 179

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