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fueron los grandes educadores y apóstoles de las oleadas de bárba– ros, que caían en tromba sobre la frágil resistencia de un Imperio Romano en descomposición. Los nuevos inquilinos de los países de Occidente, encarnaron primero la imagen de la destrucción y el pillaje. Luego dueños de la situación y asentados en las nuevas tie– rras, demostraron ser la nueva savia que necesitaba Occidente para su regeneración. Los monjes coordinados por san Bonifacio, con paciencia bene– dictina, nunca mejor dicho, fueron haciendo de aquellas hordas, cristianos, hombres y mujeres de usos y costumbres civilizados. Les enseñaron a cultivar la tierra, se adaptaron a la estabilidad en los territorios y desde los villorrios que fueron surgiendo en torno a los monasterios se iniciaban en la cultura, frecuentando las escuelas monacales. En tiempos de santa Isabel, la gran labor de los monjes era ya casi historia, sin embargo continuaban disfrutando de una gran in– fluencia social, en parte, porque conservaban el monopolio de la cultura, junto con las escuelas catedralicias. Además, eran dueños de grandes latifundios con jurisdicción sobre todos los pueblos o villo– rrios situados dentro de sus demarcaciones. Otra institución representativa de la Edad Media era los señores feudales. En Alemania y por tanto en Turingia, parte central de la misma, aún en el siglo XIII mantuvieron todo su apogeo; los gremios, embrión de las democracias, se formaron en Alemania mas tarde que en Italia y Francia. Las gentes necesitadas de protección, si no vivían al abrigo de los monasterios, eran vasallos de un señor feudal; Éste les proporcionaba tierras y se comprometía a su defensa, a cambio de una subordinación total de sus personas y haciendas. Por último estaba la Iglesia que ejercía su jurisdicción superior a la de las abadías y señores feudales . Gozaba en primer lugar de gran prestigio cultural como fuente del saber que suministraba a través de las escuelas catedralicias y las universidades pontificias. Poseía además una hegemonía amplísima sobre todos los reinos de Occidente. Para explicarse esta jurisdicción, reconocida por todos , 14