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Como día más apropiado para la ceremonia se fijó el viernes santo de 1230, el día de máxima renuncia y de la prueba más convincente del Amor de Jesús hacia los hombres: día de su pasión y muerte. «Nadie tiene amor más grande, que e l que da la vida por sus amigos» (lJn 15,18). Presidió y ambientó espiritualmente el acto el Padre Burckhard , superior de los franciscanos de Hesse . Después de la homilía cortó a Isabel su preciosa cabellera negra , la vistió con una túnica gris , semejante a la de los franciscanos y ciñó su cintura con una cuerda rústica. Con paso firme y profunda emoc1on se acercó luego Isabel al altar, colocó sus manos sobre la desnuda lápida y en presencia de sus hijos, de los religiosos franciscanos de la comunidad de Mar– burg y de sus doncellas más íntimas, hizo voto de pobreza , obe– diencia y castidad y de vivir el Evangelio según la forma radical de san Francisco 26 . En el mismo día emitió sus votos Gutta; lsentrudis lloraba de emoción y siguió el ejemplo de su señora algunos días después. Poco a poco y mov:das , sobre todo, por la vida ejemplar de santa Isabel , fueron agregándose al grupo otras jóvenes del contorno . De esta forma se intentó un ensayo de la Tercera Orden Regular Fran– ciscana . 26 El Maestro Conrado se lo describe así al papa Gregario IX: «El día de viernes santo (1 228), desnudos ya los altares según el rito litúrgico, en la iglesia que ella había entregado a los Frailes Menores, puestas sus manos sobre el ara del aitar y estando presentes algunas personas como testigos, renunció formalmente a su propia voluntad y a todas las pompas del mundo y a todo lo demás que el Salvador, en su evangelio , nos aconseja abandonar». 151

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