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Este hizo una poda importante de sus planes. Le quitó de la cabeza la idea de hacerse clarisa; tenía unos hijos que dependían de ella en todo , por este motivo no le permitió tampoco renunciar absolutamente a sus bienes ; igualmente rechazó que pidiera limosna de puerta en puerta para alimentarse . Sí aceptó en cambio, Conra– do , que hiciera un ensayo de vida más austera, retirada de la Corte . Cuando ya tenía perfilados hasta los últimos detalles de cómo iniciaría su nueva vida, se lo comunicó a Enrique por ser el regente del principado. Éste no opuso reparo alguno a los deseos de su cuñada . Le ofreció la plena soberanía sobre la pequeña ciudad de Marburg y su contorno. Puso también a su disposición quinientos marcos de plata para gastos de instalación. Algún tiempo después, Isabel, en compañía de Gutta, Inmingarda e Isentrudis, las doncellas incondicionales, abandonó para siempre el castillo de Wartburg . Esta vez sin coacción , por propia voluntad. Autoridades y pueblo de Marburg recibieron a la duquesa con cariño y satisfacción, pero quedaron pronto decepcionados cuando vieron que se instalaba en una humilde casita de Wherda, villorrio próximo a Marburg. Isabel empezó muy ilusionada a preparar las cosas con el fin de iniciar, cuanto antes , su nueva vida. Deploró mucho que Conrado hiciera una reducción tan drástica de sus planes, pero se dispuso a vivir en plenitud la vida franciscana dentro de los márgenes impues– tos por la obediencia. Se construyó una humilde casita de maderas y barro en Marburg semejante a las más pobres de la ciudad . Adosado a ella, levantó luego el hospital de san Francisco . Desde el principio estas dos construcciones se convirtieron en cuartel general de la caridad . De todos los rincones de Turingia acudían enfermos y pobres para be– neficiarse de las atenciones exquisitas de la santa. Isabel era ya franciscana seglar, como vimos en otro capítulo de este libro . Tomó esta decisión cuando vivía con su marido Luis. Muerto su esposo y libre de las tareas complejas del gobierno, se vio en condiciones de dar a su vida, aún externamente , un estilo más 149