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C APÍTULO XXVI LA HORA DE LA JUSTICIA Luis reposaba ya en su querido monasterio de Reynshartsbrunn. Sus caballeros leales, vieron llegado el momento de pedir responsa– bilidades a Enrique el duque usurpador y cumplir así la promesa hecha a Isabel en Bamberg. Por acuerdo de ambas partes se fijó el encuentro para el 15 de noviembre de 1228. Los caballeros prepararon cuidadosamente el careo. Actuó de portavoz Rodolfo de Varila, hijo del que recibió a Isabel niña y prometida de Luis en la corte de Hungría. Después de cumplir con los protocolos y los saludos de rigor, Rodolfo entró directamente en el motivo de la visita . Los cronistas de la época ponen en sus labios estas palabras tremendamente duras: «Señor, venimos a pedir justicia para Isabel, viuda de vuestro hermano el duque Luis, y para sus hijos. Mientras tu hermano fue a dar la sangre y la vida por Dios y por la Cristiandad, tú has faltado a los compromisos solemnes adquiridos con él de proteger y amparar a su esposa y viuda» . «Como caballero sabéis que estáis obligado a defender la jus– ticia y ser el escudo de los huérfanos y viudas, y has hecho lo 143
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