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nes principales, montaban la capilla ardiente en la Iglesia, celebraban un solemne funeral y durante la noche velaban el cadáver los monjes, religiosos y personas devotas. Isabel llegó a Bamberg la misma tarde que lo hicieron los com– ponentes de la comitiva con el cuerpo de Luis. En la nave central de la catedral se montó un majestuoso catafalco. Por delicadeza y aten– ción hacia Isabel se permitió abrir el féretro. La contemplación temblorosa y emocionada de los restos de su esposo, transportó a Isabel a la época más feliz de su vida. En nostálgico tropel y con extraordinaria viveza, se sucedían en su mente las imágenes de experiencias bonitas, embriagadoras e irrepetibles, todas vividas en compañía del hombre que la hizo completamente feliz y a quien amó con toda su alma. No es improbable que nuestra santa, bajo el contacto emocional con el cuerpo de su marido, se reafirmara en la decisión de amar y servir en adelante sólo a la Persona -con mayúscula- que nunca falla y cuya presencia y amor tenía garantizados para siempre . Isabel besó con inmensa ternura el cuerpo de su amado Luis . Tuvo que hacerse extraordinaria violencia para separarse del féretro . Después del funeral , oficiado por Egberto , arzobispo de Bamberg, pasaron todos a las dependencias del palacio arzobispal. Isabel saludó uno por uno a todos los componentes de la comitiva fúnebre. Más que con las palabras, que apenas podía articular presa de la emoción . Fue la mirada intensa, dulce y acogedora la que mejor demostró a los ca– balleros, el cariño y agradecimiento que sentía hacia ellos. El encuentro que empezó siendo un tanto protocolario, aunque distendido , se transformó pronto en conversación íntima y confiden– cial. Nuestra santa se interesó vivamente por todos los detalles de los últimos momentos de su esposo. En nombre de todos satisfizo sus legítimos deseos el señor de Varila. A las preguntas de los caballeros por su vida , privada del esposo , Isabel les informó de todos los sucesos , más bien tristes , acaecidos a raíz de la muerte de Luis: el tratp inhumano de que había sido objeto 140