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Isabel recibió en Bamberg, el castillo de Pottenstein con las zonas boscosas de su entorno. Sustancialmente encontró en la nueva resi– dencia el retiro, la paz y el contacto reconfortable con la naturaleza del monasterio de Kitzingen. Le faltaba en cambio el cariño y el ejemplo edificante de las religiosas. Al tío Egberto le resultaba incompleta la solución dada a la vida de su sobrina. Quiso aprovechar su presencia en Bamberg y la opor– tunidad de mantener con ella frecuentes conversaciones para concre– tar de forma definitiva su futuro. Observó con satisfacción el arzobispo que su sobrina dotada de belleza nada común , conservaba la lozanía y frescura de sus años jóvenes, a pesar de todos los quebrantos físicos y morales sufridos. Esta circunstancia le movió a proponerla rehacer su vida con un segundo matrimonio. Desde una perspectiva humana era absoluta– mente razonable. «No conviene que permanezcas mucho tiempo viuda -la decía- primero por ti y después por los niños que necesitan un padre» El tío Egberto la sugirió tam– bién que podía contar con sus buenos servicios, en caso de que fueran necesarios, para elegir el príncipe casadero más afín con sus preferencias personales. Se daba entonces la circunstancia de que había varios príncipes en busca de esposa; entre ellos el emperador, Federico II, viudo de su esposa Yolanda. Como veremos más adelante, consta que el emperador se interesó por la joven duquesa de Turingia. A Isabel, resultaban especialmente molestas las conversaciones sobre el tema del casamiento. Primero -ya vimos- porque había tomado una decisión, sobre este asunto , irrevocable. Por otra parte le resultaba también violento llevar la contraria a su tío cuando ponía tanto interés por ayudarla. Al fin tuvo que hablar claro a su tío Egberto . Las conversacio– nes seguían recayendo casi de modo exclusivo sobre el tema, por ello , con mucha delicadeza y respeto , pero al mismo tiempo con serenidad y firmeza , Isabel dio a conocer a su tío que ya tenía absolutamente decidido lo que iba a hacer de su vida 136