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santos y santas franciscanos seglares. Nadie mejor que ellos, con su manera concreta, sencilla y espontánea, pueden enseñarnos a vivir el carisma franciscano en las diversas circunstancias y situaciones de la propia profesión o del estado de vida seglar. No disponemos de una palanca más eficaz y de reclamo tan arrollador como los ejem– plos sorprendentes de nuestros hermanos modélicos. Sobre todo cuando se les presenta en biografías escritas con estilo vivo, ágil y atrayente. Estamos en la época y cultura de la imagen. Una imagen, suele decirse, vale por mil palabras. No es lo mismo hablar de pobreza, de sencillez, o de amor y servicio a los pobres, con bellas y muy cuida– das palabras, que traer a escena el festín de Francisco y Maseo con los mendrugos recogidos de limosna, el trato humilde y fraterno del hermano Ceferino o la tierna solicitud de santa Isabel lavando y vendando las purulentas heridas de sus leprosos. Hacemos votos porque, en un día no muy lejano, los Francisca– nos Seglares conozcan mejor a sus santos y se acerquen a ellos a través de amenas y actualizadas biografías. Quisiéramos que la historia de santa Isabel, especial protectora de la numerosa Familia Seglar Franciscana, que hoy presentamos, fuera como la primicia de las muchas y mejor escritas biografías sobre santos franciscanos que verán la luz en el futuro. 11

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