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ambición, Enrique ideó un plan fríamente calculado para deshacerse de su cuñada y sobrinos. Como primer paso se dedicó a desprestigiarla. Fomentó entre el sector frívolo de la corte , los viejos chismes sobre el estilo de vida de la duquesa. No se retraía de tacharla en público de beata, rancia e incapaz de defender los derechos del principado frente a los estados vecinos. Además -decía- «es una manirrota, todo la parece poco para dárselo a los pobres". Apoyado en la camarilla de paniaguados fue recluyendo a Isabel en sus habitaciones, puso primero toda suerte de trabas a las activi– dades con los pobres y enfermos, la restringió después el uso del dinero de libre disposición y como no conseguía paralizar totalmente la dedicación de Isabel a los menesterosos, congeló todos sus bienes. Esta disposición arbitraria de su cuñado en bienes estrictamente personales que la cerraba todo acceso a la caridad, causó en el alma de nuestra santa profunda amargura y la hizo ver la encerrona que la preparaba Enrique. Inmovilizada en el castillo , incomunicada con sus pobres, restrin– gida la relación con las mismas personas de la corte, el duque usur– pador pensó que había llegado el momento de dar la última vuelta de tuerca. Se dedicó a preparar el terreno para su expulsión del principado . Valiéndose de personas bien catequizadas, difundió entre el personal de la corte, que Isabel era una intrusa, una extranjera y que lo mejor que podía hacer por el bien de Turingia, era abandonar el ducado y regresar a Hungría con su padre. Como extranjera ni podía comprender los problemas del país ni interesarse verdadera– mente por el pueblo que no era el suyo. ¡Es asombroso cómo a veces las gentes se tragan los mayores despropósitos , las calumnias más burdas! En nuestro caso, todos eran testigos de la enorme sensibilidad y dedicación de Isabel hacia las clases más desfavorecidas, ¿cómo , éstas gentes, podían dar por bue– no, la acusación de que ni comprende ni se interesa por el pueblo? La campaña orquestada por su cuñado, no dejaba a Isabel otra opción que abandonar el castillo . La situación en la corte era ya 120

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