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honradez y espíritu sacrificado a las tareas de gobierno y trata– ran siempre a los súbditos con humanidad, justicia y caridad cris– tiana. No pudo evitar que las palabras le salieran empañadas por la emoción cuando anunció a la asamblea que durante su ausencia, sería Isabel su esposa la gobernadora de los estados de Turingia y Hesse. Pidió para ella a los asistentes la misma obediencia, cariño y respeto que siempre habían tenido para con él. Despidió a todos con un fuerte abrazo. Era conmovedor y emo– cionante contemplar los rostros de aquellos hombres, habitualmente herméticos, nublados por la tristeza e incluso humedecidos por al– guna lágrima furtiva. Luis se había hecho con el cariño, el respeto y la estima de todos desde los más sencillos a los más encumbra– dos. Admiraban por una parte su valentía y su manera de ser insobornable y por otra su trato sencillo , acogedor y lleno de humanidad. Luis quiso también dejar las cosas muy bien planificadas en la cúpula del estado, en la corte de Wartburg. Fue una tarea nada fácil. Sabía que ni de su misma familia podía fiarse a la hora de dejar cubiertas las espaldas de Isabel. Dejó muy claro que ella ocuparía su puesto durante la ausencia en el gobierno de los estados, ayudada por su hermano Enrique . Seleccionó cuidadosamente a los auxiliares en las tareas de gobierno , para evitar sorpresas a Isabel. Nadie dis– cutió la legitimidad de las designaciones. El tiempo demostraría que algunos, colocados en puestos claves, no fueron merecedores de la confianza que en ellos había depositado el duque . Una anécdota al parecer sin malicia. refleja. las reservas que algu– nos palaciegos tenían hacía Isabel. Cuando el superintendente oyó decir a Luis que Isabel le sustituiría en el gobierno , comentó por lo bajo , pero no tan bajo que el duque no lo oyera: «A la señora Duquesa todo le parecerá poco para sus pobres, vaciará enseguida todos los graneros y nos dejará en la miseria». «Dios, señor Intendente, se cuidará de reponer con creces lo que Isabel entregue a sus pobres)), le respondió Luis. 98
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