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80. Leyenda de los Tres Compañeros, XIV (p. 81 s.). 81. Cfr. supra p. 54. 82. Leyenda de los Tres Compañeros, XII (p. 67). 83. Cfr. 1 Celano 75 (X, 56) : «cuando él llegaba a algún po– blado acostumbraba a visitar al obispo y a los sacerdotes». Cfr. además, su relación con el cura de San Dam1án (Que ofrece una cierta dificultad para lo dicho en las pp. 54 y 59) y para con el obispo de Asís. Fuera de esto, también las diversas pres– cr:\pciones del Testamento, la promesa de fidelidad en la Regla, la exhortación repetida a vivir y orar «católicamente». Cfr. tam– bién las prescripciones sobre la participación en la Misa, el gran tema de la veneración al Santísimo Sacramento, la dis– posición para besar la mano a los sacerdotes, incluso los cascos de sus caballos (Leyenda de los Tres Compañeros, XIV, p. 78 s.). 84. Para ilustración, cfr. Gregario IX en la canoruzación, según informa 1 Celano 125 (X, 100 s.). Las relaciones del Santo con Inocencia III no es posible esclarecerlas más. Las diversas tradiciones no pueden reducirse a una línea única : El hecho de que Francisco en su Testamento (Analekten, 25, 22) hable de la aprobación por el Papa sin dejar traslucir que hubiera habido oposición, no quiere decir que no la hubiera. Francisco jamás exteriorizaba una polémica. Por lo demás, el hecho de que el Papa, al principio, aprobó sólo oralmente los planes del Santo y que, fuera de ésto, sólo le autorizó para predicar peni– tencia (no predicación doctrinal) podría ser una prueba de que en el primer encuentro no todo fue tan fácil. Lo cual a su vez concuerda mejor con lo que dice 1 Celano 33. Nada raro que hubiese dificultades por parte del Papa: aquel Francisco descuidado en su persona, niega todas las necesidades humanas y sociales, moteja al dinero de «estiércol» y de «la más grande tentación». El Señor del mundo, la curia, los teólogos con sus teorías sobre el dinero y el préstamo. ¿ Cómo podrían aceptar esto, sin más? De verdad que Francisco era y sigue siendo bien enigmático. 85. 2 Celano 188 (X, 238). 86. a. a. o. 87. La explicación que Celano da a estas palabras no son suficientes para declarar los hechos y las palabras citadas. 88. 1 Celano 36 (X, 29); 1 Celano 89 (X, 68); cfr. 1 Celano 84-87 (X, 63 ss.). 89. Cfr. Testamento, n. 3: «Y no quiero considerar pecado en ellos». Exhortación, 26 : «aunque sean pecadores... » (Ana– le'kten, 25, y 33). 90. 1 Celano 29 (X, 23 s.). 91. 1 Celano 151 (X, 218); cfr. también 1 Celano 53, cuando él manda a un fraile que le insulte como a hombre inútil (X, 41). 92. Leyenda de los Tres Compañeros XII (p. 67 s.). 93. 2 Celano 184 (X, 236) : «No veo, hijo mío, ningún jefe adecuado para este grande ejército, ningún pastor adecuado para esta magna grey». No es texto que haga dificultad. Porque 88
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