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mismos, en general lo toman en un sentido lato. Pero, tampoco hay que debilitar tanto el sentido que se reduzca la. obligación que Francisco sentía ante tal «revelacióm>, aunque sea en un sentido especial más amplio que el teológico indicado. 60. 1 Celano 6 (X, 10). 61. Los Tres Compaiieros, III (p. 29). 62. 1 Celano 30 (X, 24). 63. Este «Dios me dio», que ya aparece como elemento básico en el proceso de ,la conversión, podemos verlo mejor en su fun– ción propia si le comparamos con otro proceso de conversión que hace época en la historia. Pongamos este «Dios me dio» frente al impetuoso afán de Lutero descrito en las Prelecciones de 1545 (WA 54, 185, 12). En el Reformador se trata también, en lo esencial, de una búsqueda de un conocimiento y de su eficiencia. El go'Lpea tozudamente en el texto de Rom. 1, 17, para entender qué significa aquí «Justicia de Dios : hasta que surge frente a él una interpretación nueva que le libera interior– mente. Lo que vale en Francisco es «La mano de Dios se puso sobre él» (1 Celano, al fin) y Dios le dio el hacer penitencia (Principio del Testamento). Cfr. más arriba la p. 42. Una cierta limitación a lo dicho, se ofrece en la pregunta, interior de,! Santo, sobre el sentido que podría. tener 1a visión de la estig– matización (pp. 10-11, nota y pp. 12-13). 64, Los informes de Oelano ofrecen numerosos testimonios sobre esta pronta obediencia. 2 Celano 6 (X, 133 s.), la pre– gunta del segundo sueño : ¿ Señor o esclavo? Vuelve... «Y vol– vió sin tardanza, convertido ya en ejemplar de obediencia y abdicando de la propia voluntad». 2 Celano 9 : «En seguida se sintió impulsado a obedecer al mandato divino, y estaba ansioso de cumplirlo». De esta, forma prefirió para sí lo amargo a lo dulce y se preparó varonilmente para obedecer a todos los otros mandatos (X, 136). 65. Exhortación, 28 (Analekten, 83). En relación con esta adquieren su sentido propio ciertas exhortaciones a los frailes. 66. 1 Celano 107 (X, 83), cfr. más arriba, nota 30, los datos sobre el hombre de un siglo nuevo; cfr. 1 Celano 28 (X, 23). 67. l Celano 35 (X, 98). 68. 1 Celano 97 (X, 74). 69. ios Tres Compañeros, XIII, VIII (pp. 74, 47 ss.). 70. !bid., VII, (p. 42). 71. 1 Celano 23 (X, 20). 72. Leyenda de los Tres Compañeros, IX (p. 54). 73, 1 Celano 23 (X, 20). 74. 1 Celano 72 (X, 54). 75. 1 Celano 73 (X, 54 s.). 76. Cfr. nota 75. 77. Leyenda de los Tres Compañeros, VIII (p. 48). 78. 1 Celano 115 (X, 91). 79. Leyenda de los Tres Compañeros, XIV: «A cualquiera de ellos que tuviera espíritu de Dios y suficiente elocuencia, fuese clérigo o lego, Je daba permiso par.a predicar» (p. 81).

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