BCCCAP00000000000000000000456

hemos de tomarla como reproducción exacta de los he– chos; pero, contiene, sin duda, un gran fondo de verdad. Luego que Francisco hubo encomendado la santa montaña a la peculiar custodia de fray Maseo, fray Angel, fray Silvestre y fray Iluminado, comienza a despedirse: "¡ Adiós, adiós, fray Maseo !". Y a fray Angel: "¡ Adiós, adiós!". Y lo mismo a los otros dos. "La paz sea con vosotros, mis queridos hermanos, ¡adiós! Yo me ausento de vosotros con mi cuerpo; pero, aquí os dejo mi cora– zón. Yo sigo adelante con fray Ovejita de Dios (fray León)... y ya no volveré más aquí. Yo me voy, ¡adiós, adiós, adiós! ¡Adiós, monte santo, adiós, Alvernia ! ¡kdiós, monte de los ángeles! ¡Adiós, queridísimo her– mano halcón, te doy gracias por el amor con que me has servido, adiós! ¡Adiós; adiós, gran roca, ya no vol– veré a verte más, adiós, adiós, adiós! ¡Tú, roca que me recogiste en tus entrañas de modo que el diablo, por tu medio, quedó burlado, adiós ! ¡Adiós, santa María de los Angeles, a ti encomiendo mis hijos, Madre del eterno Verbo!". "Y mientras nuestro querido padre pronunciaba estas palabras, corrían de nuestros ojos torrentes de lá– grimas. El mismo partió de allí llorando, llevándose con– sigo nuestros corazones y dejándonos huérfanos con la partida de un padre como éste". Y, en un recodo del camino, desde donde se alzaba a ver por última vez la montaña, se bajó Francisco del jumento, "se arrodilló frente por frente del Alvernia, mur– muró una ardiente plegaria y le bendijo, despidiéndose de él con estas palabras : " ¡Adios, monte de Dios, monte santo, monte encumbrado, monte pingüe, monte en el cual plugo a Dios habitar! ; ¡ adiós, monte Alvernia ! Te bendiga Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; la paz sea contigo, pues ya no nos volveremos a ver jamás!" 120. Cuando Francisco canta horas enteras las alabanzas a la creación, la belleza de sus formas, el perfume de las flores; cuando predica a las flores y a los animales, 74

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz