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cisco, si no se acepta, como parte integrante de ella, su ingenuidad. Pero, ¡ no se confunda la ingenuidad con la bobería ! Se trata, por el contrario, de una clarivide1_1te sencillez, que los "Tres Compañeros" equiparan a su embriaguez del Espíritu 111. Un exquisito y hasta conmovedor ejemplo de esto es el consejo que Francisco da a los frailes que quieren vivir como ermitaños. ¿ Cómo nos imaginaríamos nosotros una Regla para ermitaños? Francisco, sin embargo, dice: "Dos de ellos sean las madres, y tengan dos o al menos uno como hijos. Unos deben llevar la vida de Marta y otros la de María Magdalena... ". Otro caso : Francisco y sus frailes encuentran un rebaño de cabras y machos cabríos. Entre ellos un cor– derito que "se mueve con gran humildad ... ". Francisco se detiene y, con el corazón lleno de pena, lanza un gran suspiro: "Mira, te digo que así andaba nuestro Sal– vador lleno de humildad y mansedumbre entre los fa– riseos y los príncipes de los sacerdotes. Y por amor a El, te ruego, hermano, que tengas compasión de este cor– derito como yo la tengo. Vamos a comprarle, para sacarle de entre esa manada de cabras y machos cabríos" ns. La palabra del Evangelio es como una espada de dos filos. Tiene un valor absoluto, lejos de toda medianía. Francisco realiza el precepto del Señor: vuestra pala– bra sea sí, sí; no, no. Francisco piensa exactamente como habla. Un elemento integrante de la sencillez de Francisco es la voluntad de obrar sin compromisos, en forma ta– jante, apoyado en las promesas divinas. Pues (según se expresan "Los Tres Compañeros" en el pasaje citado) estaba realmente lleno de sencillez en todas las cosas; pero, en su sencillez estaba como embriagado en el ardor del espíritu. A nosotros, hombres del siglo 20, tan frágiles y tímidos, nos cuesta trabajo dar a estas palabras su pleno sentido. Para la sencillez de Francisco nada resultaba imposible, 72

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