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cisco la completa purifjcación. Hay aquí una realización sobreabundante del precepto de la paciencia, tan fun– damental para el crecimiento de la vida cristiana: Con vuestra paciencia poseeréis vuestras almas. Y aquéllas otras de Le. 9, 24 y Jn. 12, 24, que tantas· veces hemos citado : ¡No querer salvar la propia vida ! Todo esto sólo puede ser entendido en el plano es– trictamente religioso, y ha de ser admirado en devota veneración. Francisco ha superado el conflicto m01tal resolviéndolo en sentido católico. Y con ello ha tocado de lleno el centro del Cristianismo. Porque éste es el punto central del Cristianismo, el estar fundado sobre la mediación. En el Cristianismo no se da vida auténticamente religiosa fuera de este ámbito. Pues, por una parte, lo decisivo es llegar al contacto inmediato entre "Dios y el alma"; pero, al mismo tiem– po, tal contacto no se puede realizar sino a través del Hijo que el Padre ha enviado al mundo, de su Palabra y de su Obra: en esta inagotable confluencia de ambos factores consiste la esencia del Cristfanismo. Por eso, la fundación de la Iglesia por Cristo es esen– cialmente una continuación de la mediación del Hijo, que ya se realiza sustancialmente en la encarnación del Ver– bo. Por eso también la actitud fondam.ental del cristiano consiste en ofr, oír también a la Iglesia. Nos encontramos aquí con unas circunstancias y ante un ejemplo que pueden resultar altamente aleccionado– res y fructíferos. Prosigamos nuestra reflexión : La personalidad, icdeas y obra del Santo fueron percibidas, ya en su tiempo, como algo nuevo que irrumpe y hace época -en la historia (en– viado como los apóstoles, según Celano) Do, Ellas han con– tribuido a transformar siglos de historia y hasta nuestros días se continúa su acción fecunda: .son de una gran– diosidad histórica de primer mden. Y esta secular figura crece a impulsos de su riqueza interior, regalo de lo alto : 61

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