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lógico-espiritual del Santo, parece que se implican unas en otras. Cada uno de los elementos lo volvemos a en– contrar en el anterior. P,ero, esto mismo es aleccionador y ayuda a compren– der mejor el conjunto. Precisamente así es como se logra poner en claro algo que es fundamental en la estructura de esta singular personalidad: ·su incomprensible unidad interna. La unidad de una fecunda simplicidad. 10 Bajo la acción directa ele Dios El misterio de la vida se nos revela, sobre todo, en el crecimiento. En él se desvela el misterio fundament(ll que nos rodea, el misterio del ser. El crecimiento, a diferencia de la acción externa, lleva consigo el misterio de los orígenes y también el misterio de la continuidad de la vida. En él hay algo de aquella auténtica unidad, en la cual una parte no está yuxta– puesta a la otra, sino que la una viene de la otra por un proceso de desarrollo orgánico. Todas las grandes creaciones del espíritu están mar– cadas con el sello de ,este misterio del crecimiento y del misterio de los orígenes. Ninguna concepción genial -en el campo religioso·, filosófico, artístico-, aparece ya "he– cha". Es un don que viene de lo alto y de lo íntimo y que crece hacia arriba. Cuando esta jneludible necesidad, esta ausepcia de cálculo, esta espontaneidad originaria lleg:=¡. a impregnar un pensamiento, una obra, a un hombre; cuando más descuidados •están de prefijarse un fin determinado y cuando mejor se cumple en ellos la ley fundamental enun– ciada por Le. 9, 24 y Jn. 12, 24 s., tanto más alto llegan en la escala de los valores. Precisamente Francisco es un milagro de este crecimiento auténtico y unitario. Su con– versión nos ofrece la prueba. 53

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