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En Francisco fue transformado todo su ser. ¡ Y qué ser! Las diversas alusiones, indicaciones, informes con– cretos de Celano, de la "Leyenda de los Tres Compa– ñeros" y de algunos otros, permiten revivir o al menos barruntar el maravilloso proceso de transformación de una de las más grandes almas que ha poseído la hu– manidad 29. Observamos primero un lento brotar, luego un apre– miante crecimiento y un •extraño, misterioso desborda– miento del hombre interior: un vacío interior que pro– gresivamente se va haciendo sentir y una inquietud que se acrecienta. Lo más profundo del ser de Francisco está en trance de brotar; busca con todo su ser, inquieto el corazón hasta que descanse en Dios. Camina pensativo. A veces escucha la voz interior tan ensimismado, que no acierta a dar un paso ni a proferir una palabra, sordo a todo. Comienza a respirar en una atmósfera desconocida... En medio de este vacío irrumpe de pronto la interior visita del Señor, que le anega, le colma, le conmueve llenándole de la fuerza de Aquél que le habla interior– mente. Todo él fuera de sí por la alegría y todo recogido en sí mismo. Hasta que llega a dominarse, mejor, hasta que Dios se apodera totalmente de él 3o. Al mismo tiempo su alma está desgarrada por la an– gustia y su cuerpo por los dolores. Y ni siquiera se ahorra la pena más dura, la pena de que su alegría le sea qui– tada de nuevo, 31. Con esta profundidad cumple Francisco la exigencia fundamental del Nuevo Testamento, la llamada a la con– versión (=metanoia). Incluso se puede decir que tuvo lugar en él una nueva creación: basta comparar las débiles fuerzas sicológicas y espirituales del joven rico de Asís, cuando todavía vivía en el pecado, con el héroe de la santidad que se yergue hasta las estrellas; que -según el sueño que de él nos cuenta Celano~ doblaba con facilidad hasta el suelo el alto árbol de la Iglesia 38
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