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cisco un relámpago que fulgura inesperr,,damente y hace visibles cosas insospechadas y hasta entonces nunca vistas. Como un terremoto que sacude violentamente los elementos y hace posible la aparición de formas de vida cristiana completamente nuevas y desconocidas, con una plenitud insospechada y una novedad originaria. Tenía él algo de aquel fuego que el Señor trajo en otro tiempo del cielo, para que quemase, y que ahora, de pronto, se inflamaba, calentaba y quemaba con inesperada vehe– mencia y pureza : un nuevo comienzo puesto por Dios para transformación de la Cristiandad. Las palabras que del Santo poseemos y otros docu– mentos sobre su íntima naturaleza y actividad muestran, ante todo, que vivió experiencias completamente desa– costumbradas, inauditas, originales, estremecedoras 21. Los hombres de su tiempo vieron en Francisco al hombre de una nueva era; como algo enigmático y des– concertante, como una inquietud que oprime y amena– za. Fascinante y repulsivo, jovial y estremecedor, atrajo hacia sí Francisco los ojos de todos y los anhelos de muchos. 2 Francisco fruto de la gracia Francisco vivía esencialmente a impulsos de fuerzas sobrenaturales. Es un fruto de la gracia, una creación de la fe, esperanza y caridad que le fueron infundidas en forma abundante y que él asimiló con esfuerzo heroico. En Francisco se verifica, con absoluta autenticidad, de modo consolador y desconcertante a la vez, la pa– radójica fecundidad del Evangelio: perder para ganar; buscad primero el Reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura. El grano de trigo debe morir, si ha de dar fruto. 34

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