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el juicio que sobre nosotros dictan sus palabras y sus obras. Y ¿ cómo es que no realizamos en nosotros mismos na– da de esta santidad? ¡ Por tu misma boca te condeno! ... Fuera de lo que es crítica puramente científica, para hablar honradamente sobre un santo, hay que hacerlo en actitud orante. Esto vale para Francisco más que para ningún otro. Pero, hablar orando quiere decir -en términos cristianos- hablar con espíritu de arrepenti– miento, del "mea culpa", de confesión del propio pe– cado, como habló el pobre publicano. Vamos a intentar hacerlo así, bajo la protección del Santo poderoso, a quien dedic.amos en este momento nuestro recuerdo. 29

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