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te. Todo inflamado en ,esta llama, queda él lleno de alegría y ardiendo en el fuego divino 6, "Con tanto ardor y tan de lo íntimo del corazón ama– ba Francisco a Dios que sólo con oír su nombre quedaba interiormente derretido"; "arrebatado en Dios por el ardor de sus seráficos anhelos, 1a ternura de su com– pasión le transformaba en el Crucificado" 1. Enajenado, sordo a cualquier otra cosa, camina Fran– cisco a través de las obras que Dios realiza en él, en medio de un torrente de amores s; o también "como embriagado por el Espíritu, en el ardor de su espíritu" 9; en la "embriaguez del amor divino". "Tan grande era entonces en él la dulcedumbre del amor de Dios... que quedaba sin hablar, incapaz de dar un paso" 10, Su alma se derretía de amor n. Una dulzura inmensa le inundaba 12. La Pasión del Señor Jesús le hacía pro– rumpir en hondos suspiros. Frecuentemente, casi de continuo, lloraba con amargura 13, de modo que su alma estaba bañada en lágrimas u. Llevaba el nombre de Jesús en su corazón, en su boca, en sus oídos, en sus labios, en sus manos, en todos sus miembros 1s, Cuando lo pronunciaba se conmovía en forma indecible y parecía hombre de un tiempo nuevo... 1s. Como se ve este mundo sublime era, sobre todo, sentimiento; más aún, sentimiento desbordante. Oímos un lenguaje elevado, pero fuertemente emocional, con tendencia a la blandura, cargado de superlativos. Se podría muy bien preguntar si el hombre actual está todavía abierto a este lenguaje de dulzuras, ardores y lágrimas, de modo que le llegue a impresionar a fon– do, más allá de la impresión momentánea y sentimental. 20

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