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saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo, (Mt. 13, 52), está tan hondamente impregnado del espíritu y de las mis– mas formas de expresión de la Biblia, que la plenitud, la perfección y el ardor están formulados de modo muy ceñido a la realidad objetiva. La difel'encia entre Francisco y sus biógrafos es gran– de. Con todo, puede darse por completamente seguro que las primeras biografías (sobre todo la de Celano y, en Ia reproducción fiel de la imagen interior, también la "Leyenda de los Tres Compañeros") nos dan, en lo esencial, el Francisco auténtico e histórico. En sus di– versas partes se apoyan mutuamente y quedan comple– tadas y confirmadas por otras tradiciones. Son, además, profundamente verídicas, viven de observaciones pro– pias, prolongadas durante años. Y, sobre todo, lo que ellas describen y tal como lo describen corresponde de lleno y totalmente a lo que Francisco realizó. Unicamente un amor ardiente, alimentado· por una fe inconmensurable -tal como la proclaman continua– mente los biógrafos-, estaba en situación de producir durante largos años, una imitación del Crucificado tan estremecedora y aniquiladora de sí mismo. Solamente ella puede explicar el impacto que Francisco imprimió en toda una época histórica. Si queremos captar al vivo lo que fue este hombre santo, debemos atenernos a las palabras de estos prime– ros biógrafos. Sólo ayudados por ellas podemos compren– der aquel ,entusiasmo que fluye de las santas, sobrias palabras de la Regla y, especialmente, del Testamento del Santo. Y, a la inversa, sólo a la luz de este entusiasmo se revela la fuerza interior de ambos documentos. Pero, el lenguaje de los biógrafos está lleno de expre– siones e imágenes que propenden a cierta exaltación: "Desde este momento quedó su corazón herido y der.retido , con el recuerdo de la Pasión del Señor" s. El Señor derramó sobre él una alegría indecible, le iluminó con una luz extraordinariamente resplandecien- 19

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