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El peligro se ha agudizado en la actualidad. Una generación, bajo tantos aspectos impotente, vuelve los ojos al pasado rno ya con mirada histórica, si no histo– ricista. Tengo una visión hist.óric(J, del pasado cuando estoy dispuesto a recibir de él una lección y un que– hacer para el presente; mientras que la mirada del "historicista" contempla el pasado como mero objeto de pasatiempo y solaz intelectual. El hombre que hoy se vuelve a mirar al pasado se ve reflejado en una multitud de formas difusas; le sor– prenden cosas no sólo múltiples, sino incluso contradic– torias... pero él sigue adelante, semejante al hombre que mira su rostro en un espejo y al momento se olvida de cómo era (Sant. 1, 23). Más que nunca debemos evitar el caer en este peligro en estos momentos en que celebramos, llenos de entu– siasmo, una conmemoración oficial (*). Semejante defecto nunca sería más inoportuno que en estos momentos en que nos proponemos hablar del fiel seguidor del Cruci– ficado. 3 Peligro del lenguaje "gastado" El peligro, por desgracia, no es fácil de evitar. Por– que hemos celebrado y celebramos demasiadas fiestas conmemorativas, sin que nos hayamos sentido espiritual– mente comprometidos, sin que hayamos experimentado cambio alguno dentro de nosotros. Pero, aunque por nuestra parte intentemos evitar cuí- (*) El texto de este libro fue escrito en forma de conferen– cia para la fiesta conmemorativa habida en la Sala Robert– Schumann, de Düsseldorf, con motivo del 3." centenario de la fundación del convento franciscano de aquella ciudad. Enton– ces se dictó la conferencia en forma abreviada. Al ser ahora impresa se ha querido conservar la misma forma de conferencia. 12

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