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fesión temporal el 15 de agosto de 1912 y la perpetua el 18 de diciembre de 1917. Mons. Ramón Plaza lo ordenó de sacerdote, en Orihuela, el 9 de febrero de 1919. Los Superiores lo dedicaron a la formación y a la enseñanza, trabajan– do también en el apostolado. Dice el P. Domingo Garrigues, capuchino, que: "Desempeñó los cargos de Vicemaes– tro de Novicios y profesor de una escue– la primaria en Alcira. Se empleó prefe– rentemente en el apostolado del confe– sonario, de los enfermos y también en los niños de la escuela con la cateque– sis". Muchos, que le conocieron, hablan de él como de un religioso fiel a su vo– cación, fervoroso en la oración y muy caritativo: "Entre los fieles -dice su her– mana Mercedes Garrigues- y aun entre los hermanos en religión gozaba de muy buena fama por su carácter jovial, su caridad y su candor. Solían decir 'Es un ángel'. De los mismos religiosos oí de – cir que era un religioso muy observante de todas las Reglas y Constituciones Franciscano-Capuchinas" . "Sus cuali– dades más salientes -afirma su hermano el Sr. Francisco Pascual Garrigues- eran su profunda piedad y el atractivo que ejercía sobre los jóvenes, sin que se le reconozca defecto alguno". Enrique Al– belda, vecino de Carcagente, recuerda Fr. German de Carcagente que: "Su temperamento era bonachón y alegre. También he de resaltar como cualidad destacada el ser caritativo y li– mosnero. Era varón virtuoso, descollan– do por su paciencia sin límites. Era se– reno, humilde, recatado y modesto". Al desencadenarse la persecución re– ligiosa en España, se vio forzado, como sus hermanos, a refugiarse en la casa pa– terna, llevando allí una vida dedicada a la oración. Sería detenido por los mili– cianos el 9 de agosto de 1936 y condu– cido al Centro del Partido Comunista, de donde sería conducido, a media no– che, al puente de hierro del ferrocarril sobre el río Júcar, lugar en el que fue asesinado. "Si Dios me quiere mártir - había manifestado durante su refugio-, me dará fuerzas para sufrir el marti– rio". Cuando llegó al lugar del martirio -afirma el Sr. Clemente Albelda-, "se arrodilló el P. Germán habiéndoles be– sado antes las manos a los verdugos y perdonándolos". El cadáver del P. Germán fue ente– rrado en el suelo, en el cementerio de Carcagente, y, el 15 de diciembre de 1940, fueron reconocidos sus restos y trasladados al nuevo cementerio de Car– cagente. Hoy, sus restos descansan en la capilla de los Mártires Capuchinos ,del ., ~- : convento de la Magdalena, en Massa– magrell. 33

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