BCCCAP00000000000000000000453

_____ 11. TEMAS EN TORNO A MI PENSAMIENTO CRISTIANO a su amor. Y las ruega que no le abandonen, ni aun des– pués de muerto. Cómo Antígona supo cumplir el encargo de su her– mano es toda la tragedia de esta alma nobilísima que ha– lló en la voz de la sangre la respuesta al inicuo precepto del tirano, que mandó dejar insepulto el cadáver de su que– rido Polinices. La sangre fraterna fue nudo inescindible en vida y en muerte entre Antígona y su hermano. Esta vinculación de la sangre Sófocles la conexiona a veces con las vísceras. El trágico griego utiliza entonces el vocablo orc').,ánvov y sus adjetivos derivados óµóo– rc11,uyx,voc, en sentido ponderativo y ciorc').,uyx,voc, con significación negativa. Al establecer esta conexión entre este amor y los humildes estratos viscerales de nuestro ser, Sófocles se anticipa a una larga tradición, uno de cuyos anillos lo podemos ver en ciertos pasajes apasionados de las cartas de San Pablo, quien se siente con «entrañas» de padre, y hasta de madre tierna en el supremo lance de un alumbramiento espiritual. 12 Los anillos de esta delicada cadena llegan hasta nuestro lenguaje diario que tan fre– cuentemente alude a amores «entrañables», es decir, a amo– res ligados a la entraña y que, sin embargo, calan hondo en la vida del espíritu. Gabriel Marcel dirá que son «amores encarnados», amores en los que las sacras nupcias entre el espíritu y la carne no se han escindido, ni han sido ampoco falsificados por un tosco idealismo -frase de G. Papini- ni por un repugnante materialismo. Sófocles mantiene esta sacra y humilde vinculación del espíritu y la materia. En este pasaje de Antígona aparece muy clara esta vinculación que analizamos. Frente a frente se hallan Creonte y el adivino Tiresias. Poca gracia y ninguna sa– tisfacción dan a Creonte las predicciones de éste. Las toma por insensatas charlatanerías. Pero Tiresias toma una ac– titud muy seria y con gesto de profeta bíblico conmina a Creonte en estos términos: «Ten por muy cierto que no han de cumplirse ya muchas vueltas del sol en su veloz carrera sin que tú mismo veas entregado, muerto por muerto, a un hijo de tu propia sangre». 13 El texto griego es más severo y más expresivo: -réov o&v uu-roc, ÉK on11,áyx,vcov eva, es decir, «tú mismo [ verás entregado] a uno de tus propias entrañas». Luego la tragedia nos dirá que este uno, ligado a las entrañas de Creonte, es su propio hijo Hemón. Este tema adquiere plena sublimación en otro pasaje de la misma tragedia. Es el momento cumbre de la mis– ma. Dialogan la mártir del amor fraterno, Antígona, con el tirano Creonte. Acotemos el diálogo en su momento más expresivo: CREONTE.-¿Y no te da vergüenza de pensar distinto de los demás? ANTÍGONA.-No es para dar vergüenza el honrar a hermanos de mi propia sangre. CREONTE.-¿Y no era hermano tuyo también el que murió del bando contrario? ANTÍGONA.-Hermano de un mismo padre y de una misma madre. 26/SUPLEMENTOS ANTHROPOS Formas fundamentales del amor ____________ CREONTE.-Pues ¿cómo haces obsequios que para el otro son injurias? ANTÍGONA.-No lo dirí.a que lo son el cadáver del di– funto. CREONTE.-¿Cómo no, si en tus obsequios le iguales en un todo con el traidor? ANTÍGONA.-Es que no es ningún siervo; es su her– mano el que ha muerto. 14 En este diálogo feroz por parte de Creonte, tierno y deli– cado del lado de Antígona, Sófocles utiliza tres partículas parta significar al hermano. La primera ya la conocemos: oµmµoc,. La usa primeramente Creonte al increpar a Antí– gona: «¿No era hermano tuyo el que murió del bando con– trario?». La recoge Antígona y la repite en un tono intensivo y radicalizado: «Hermano de un mismo padre y de una mis– ma madre». En su respuesta a Creonte, que de nuevo la reprende por querer honrar del mismo modo al hermano fiel que al traidor -así los distinguía Creonte-, Antígona pronuncia otra partícula, el conocidísimo aó1,11,q>óc,, el nombre más común para significar «hermano», y dice: «No es ningún siervo; es su hermano el que ha muerto». 15 En juego con estas dos partículas Sófocles usa una ter– cera de extraordinario poder significativo. A la increpa– ción de Creonte de si no le da vergüenza pensar de modo distinto a los demás, Antígona le replica, impulsada por su cariño fraterno: «No es para dar vergüenza el honrar a hermanos de mi propia sangre». En .el texto griego se lee: -rouc, 6µoorc11,áyx,vouóc, crél3Eiv. 16 Es decir: «honrar a los que tienen las mismas entrañas que yo». Creemos que este adjetivo compuesto óµócrrc11,uyx,voc, encierra un mensaje eterno a favor de las «entrañas». Se– rán entrañas maternas, paternas, filiales, fraternas. Pero esta dulce o desgarrada conmoción entrañable acompañará siempre a la humanidad en su historia más Íntima, en su «intra-historia». Y será una de las fuentes perennes del hu– manismo más acendrado y generoso. La vinculación en la sangre, primera raíz del «amor– storgé», y, por consiguiente, su primera nota peculiar, ad– quiere una motivación última y muy precisa en el hecho humano de la generación. La voz de la sangre, tan frecuente y tan sentida en todo el teatro de Sófocles, hace sentir una peculiar tonalidad en el hecho de la transmisión de la vida. Sófocles utiliza diversas voces y expresiones para declarar este hecho. Nos queremos referir tan sólo a algunas por creerlas las más significativas. En primer lugar hace uso del verbo q>Úco y de su deri– vado SK<púro. Ambos verbos son pieza clave en la trage– dia de Edipo. Cuando el adivino Tiresias lanza sobre éste la acusación de ser él mismo el malvado que anda bus– cando, Edipo se enfurece. Imagina que se halla ante una vil traición, tramada por su cuñado Creonte y el que su– pone «necio adivino». Tiresias repele la acusación de ne– cedad con un nuevo reproche en el que mienta a los padres de Edipo. Dice así: «Sí, necio soy yo, por lo visto, a tu parecer; muy otro soy en el concepto de tus padres, de los que te engendraron». 17 91

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz