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_____ 11. TEMAS EN TORNO A MI PENSAMIENTO CRISTIANO zar el vivir perfecto. En esto acaba toda la filosofía de la historia en Aristóteles. A esta luz se puede comprender el famoso texto de la Poética donde afirma ser la poesía más seria y filosófica que la historia. 22 Pasaje que comenta en estos términos Menéndez Pelayo: «La diferencia [entre el poeta y el his– toriador] consiste en que el historiador cuenta las cosas que sucedieron y el poeta las que pudieron o debieron suceder. De aquí que la poesía sea algo más filosófico y más grave o más profundo que la historia... » 23 A este co– mentario del polígrafo solamente tenemos que añadir que esta conclusión tan poco honrosa para la historia se ha– llaba en las premisas falsas de la finalidad inmanente del hombre, cuya inmanencia se fundamenta, a su vez, en la inmanencia y autosuficiencia de la «physis». Esta visión de la Física, gozne en torno al cual gira el conocimiento cientÍfico hasta nuestros días, ha cerrado, por otra parte, los caminos para dar a la historia un sentido. 24 Afortunadamente, la mentalidad bíblica había abier– to ya entonces caminos muy anchos para una interpreta– ción de la historia de muy distinto signo a la interpretación de Aristóteles. Historia y naturaleza en el pensamiento bíblico Frente a la causalidad alógica del azar, defendida por Aris– tóteles y desconocida por el pensamiento bíblico, subra– ya éste la Providencia de Dios. Encuentra esta mentalidad su expresión idílica en las inolvidables palabras de Jesús a sus discípulos: «¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos cae en la tierra sin la volun– tad de vuestro Padre. Cuanto a vosotros, aun los cabellos todos de vuestra cabeza están contados». 25 Este cuidado en diminutivo que tiene la Providencia de Dios por todas las cosas del mundo tiene un funda– mento muy hondo y metafísico. Es el hecho grandioso de la creación «ex nihilo», desconocido por la filosofía an– tigua, pero reiteradamente subrayado a través de las pági– nas de la literatura sacra. En ellas, con insistencia se nos dice que Dios creó el mundo y se cuida de él. 26 Nos ha– llamos aquí al polo opuesto de la suficiencia cósmica que advertimos en la concepción aristotélica. Nada de movi– mientos eternos, sin principio ni fin. Frente a tales ciclos que ni acaban ni comienzan, el eterno retorno de la con– cepción pagana desde los estoicos a Nietzsche, la Biblia, a estilo de una gran sinfonía, preludia en su obertura este tema melódico: «Al principio creó Dios los cielos y la tierra». Junto a esta gran verdad que deja patente la dependen– cia de .todo el cosmos, y consiguientemente de todo lo humano, respecto de Dios, el texto sacro nos habla igual– mente de otra gran verdad, siempre en peligro de ser des– conocida en el mundo antiguo. La verdad de que Dios ha dejado al hombre en poder de su libre albedrío. La 76 Fuentes de pensamiento cristiano ___________ libertad, tan difícilmente justificable en el pensamiento antiguo, encuentra una formulación límpida y exigente en las páginas bíblicas. Recogemos entre mil este texto del Eclesiástico, uno de los libros sapienciales de la Biblia: Dios hizo al hombre desde el principio y le dejó en ma– nos de su albedrío. Si tú quieres, puedes guardar sus manda– mientos y es de sabios hacer su voluntad. Ante ti puso el fuego y el agua; a lo que tú quieras tenderás la mano. Ante el hombre están la vida y la muerte; lo que cada uno quiere, le será dado. 27 Providencia divina y libertad humana: he aquí los dos magnos agentes de la historia. Cómo entrecruzan su mu– tua acción, la filosofía de Aristóteles no lo vislumbra ni de lejos. Es, sin embargo, uno de los temas centrales del pensamiento bíblico, el cual, mostrando la admirable in– teracción de Dios y el hombre, señala al mismo tiempo la verdadera finalidad de la historia y desvela su profun– do sentido. Imposible podernos extender en la exposición de esta teología bíblica, tema de especialistas. 28 Para nuestro pro– pósito, parece suficiente recoger el pensamiento de San Pablo sobre el plan de Dios y la colaboración del hombre. El apóstol nos ha dejado delineado este plan providen– cial de Dios en uno de los pasajes más profundos de sus escritos. Se halla en la Carta a los Efesios. 29 En dicho pa– saje el apóstol acentúa ante todo la iniciativa del Padre que quiso darnos a conocer el misterio que su voluntad se pro– puso realizar en Cristo, conforme a su beneplácito. Esta pa– labra debe subrayarse porque con ella se quiere significar de modo terminante la iniciativa divina, la cual llama al hombre a que acepte y comparta los bienes que le quiere donar. Se expresa así el amor-agápe, desconocido del mun– do antiguo y cuyas dos notas primeras son la plena gratui– dad y un afán por crear valores en el objeto amado. Y ¿cuál es, en concreto, el misterio de esa buena vo– luntad del Padre? Lo señala el apóstol con frase que la fi– losofía de la historia debe recoger, si quiere aclarar el enigma de la marcha del mundo. He aquí el texto origi– nal del apóstol en su momento cumbre: de; oiKovoµiav -roü nA:r¡pffiµa-ro<; 'tffiV Kmpwv, ava-KE(j)aA-m<hc:mo0m -ra náv-ra ev -rq> Xpto-rq'>. 3 º Palabra por palabra este texto nos introduce en el mis– terio de la historia, en su meta-historia, como otros pre– fieren decir. Con el vocablo «oikonomia» alude San Pablo a ese plan divino que se asemeja a una administración casera según la cual Dios ha dispuesto la salvación del hombre. Para aclarar la segunda expresión del texto de San Pa– blo, que traduce la Vulgata por plenitudo temporum, distinguen los exégetas entre «chrónos» y «kairós». «Chró– nos», escribe F. Prat, no mira sino a la mera duración, mientras que «kairós» significa de modo preciso «el tiem– po propicio», la ocasión. Según esto, cuando San Pablo escribe a los Gálatas: Ó'tE 8t ÍÍA-0Ev -ro nA.i¡pffiµa -roü xpóvou, alude al decreto del Padre que fija cierto y de- SUPLEMENTOS ANTHROPOS/26
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