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_____ 11. TEMAS EN TORNO A MI PENSAMIENTO CRISTIANO Fuentes de mi pensamiento cristiano PHYSIS-DIATHEKE. NATURALEZA E HISTORIA EN EL PENSAMIENTO BÍBLICO Y ARISTOTÉLICO Exagera M. Heidegger al afirmar que el pensador cristia– no, por serlo, no puede ser «filósofo» porque se acerca a la filosofía resueltos ya los problemas capitales de ésta. Pero tampoco están en lo cierto quienes opinan que Santo To– más de Aquino ha elaborado una pura filosofía, fundada exclusivamente en la razón. El historiador E. Gilson res– ponde a estos tomistas -él mismo gran tomista- que una pura filosofía en Santo Tomás no es psicológicamente posible para su alma de santo, ni históricamente fun– dada, como él mismo lo ha probado en reiteradas oca– s10nes. Confieso estar en línea con el gran historiador de la filosofía medieval. Y reconozco en la razón y en la reve– lación las dos fuentes primarias de mi pensamiento cris– tiano. Complemento de esta mi actitud fundamental ha sido la perenne repulsa a la teoría de la doble verdad. Ya en mi primera formación filosófica mis profesores me expusieron la impugnación de tal teoría por los grandes doctores medievales: Santo Tomás, San Buenaventura, etc. Pero fui afortunado en hallar respaldo a tan sabia ense– ñanza en el gran pensador moderno que, siendo joven, suscitó en mí honda simpatía: Leibniz. En J. Balmes leí por entonces que este gran espíritu «llevó todos los saberes de frente». Último sabio universal, se dice. Pues bien; a mis 18 años, un embrión en sementera filosófica, leí con entusiasta avidez la página reproducida aquí so– bre la relación armónica de razón y fe propuesta por Leibniz: DISCURSO Sobre la conformidad de la fe con la razón 1. Comienzo por la cuestión preliminar de la conformi– dad de la fe con la razón, y de la utilidad de la filosofía en la teología, porque tiene mucha influencia en la materia prin– cipal que vamos a tratar, y porque M. Bayle la ventila en to– das sus obras. Supongo que dos verdades no pueden contradecirse; que el objeto de la fe es la verdad que Dios ha revelado de una manera extraordinaria, y que la razón es el encadenamiento de las verdades, pero particularmente (cuando se la compara con la fe) de las que el espíritu huma– no puede alcanzar naturalmente, sin el auxilio de las luces de aquélla. Esta definición de la razón, es decir, de la recta y verdadera razón, ha sorprendido a algunos, acostumbra– dos a declamar contra ella cuando se la toma en un sentido vago. Me han objetado que nunca habían oído que se le die- 72 Fuentes de pensamiento cristiano ___________ ra tal significación; lo cual nace de que jamás conferencia– ron con personas que se expresaran con claridad sobre estas materias. Me han confesado, sin embargo, que nada tenían que decir en contra de ella, entendiéndola en el sentido en que yo lo hago [...]. Apoyados, pues, en la razón y en la revelación he he– cho mi peculiar andadura de pensador cristiano. En diver– sos estudios he intentado utilizar la armónica aportación de ambas para llegar a obtener esa «sapientia christiana», que es la aspiración constante de mi vida mental. En uno de estos estudios:«Phisis-diatheke. Naturaleza e historia en el pensamiento bíblico y aristotélico» (Na– turaleza y Gracia, 4 [1957), 343-365) quise poner en claro el contraste entre el pensamiento aristotélico, volcado a co– nocer la naturaleza para saberse atener a ella, y el pensa– miento bíblico, que es fundamentalmente un testamento, pacto o mensaje, dado directamente por Dios a su pue– blo. La conclusión a que llegué en dicho estudio, muy obvia pero muy para ser recordada, es que a la cultura griega debemos nuestra abertura al saber humano, y a la cultura bíblica debemos nuestro sentido religioso. Ambas, sin confundirse, no se oponen. Más bien debe conjuntar– se. A esta feliz conjunción debemos admirables logros en el pasado, que son gran promesa de futuro. Extractamos casi Íntegro el estudio citado. Un texto de X. Zubiri, muy denso de contenido, se– ñala los pilares sobre los que se asienta nuestra cultura cris– tiana occidental. Aunque muy conocido, lo recordamos como base de nuestro estudio. Dice así: «La metafísica grie– ga, el derecho romano y la religión de Israel (dejando de un lado su origen y destino divino) son los tres produc– tos más gigantescos del espíritu humano. El haberlos ab– sorbido en una unidad radical y transcendente, constituye una de las manifestaciones más espléndidas de las posibi– lidades internas del Cristianismo». 1 Estas breves líneas dejan entrever en su sobrio esquema– tismo el singular valor de los estudios comparativos entre lamentalidad bíblica y el pensamiento griego. Aunque dis– tintos y en muchos puntos divergentes, son las bases de nuestro propio pensar. Dentro de estos estudios compara– tivos, pocos temas de tanta sugerencia como el confronta– miento entre Physis y Diatheke. Estas dos palabras son la clave de sendas culturales muy distintas. La primera, del pensamiento griego, sobre todo en Aristóteles, a cuya filo– sofía exclusivamente nos vamos a referir en este ensayo. La segunda, de la mentalidad bíblica que tiene por gozne la historia de un Testamento, tanto en la antigua ley, como en la nueva. Vamos a iniciar nuestra investigación desde la vertiente aristotélica. Nos es más accesible y desde ella más fácil– mente podemos captar los matices peculiares del pensa– miento bíblico. SUPLEMENTOS ANTHROPOS/26

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