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_____ 11. TEMAS EN TORNO A MI PENSAMIENTO CRISTIANO true thinking requires a radical shift in the life of the thin– ker. In preparation for the possibility of such a shift, it is incumbent upon us to explore those practices followed by the sages of West an East alike». 20 Un prometedor en– cuentro entre Oriente y Occidente se nos preanuncia aquí. Pero exige de los pensadores occidentales un «radical shift». A él debiéramos sentirnos especialmente incitados los franciscanos. Un gran estÍmulo nos ofrece la obra de Fumi Sakaguchi, Der Begriff der Weisheit in den Hauptwerken Bonaventuras. Ya el hecho de que el concepto de sabidu– ría haya atraído a la pensadora japonesa para hacerla ob– jeto de su investigación es en verdad incitante. Pero lo es más que dentro de la obra haga un «Exkurs» con este epí– grafe: «Versuch eines Vergleichs mit dem Buddhismus». 21 Camille Bérubé comenta la obra en estos términos. Después de anotar que hoy la humanidad ve en la «sages– se» un ideal de perfección, tanto en la filosofía y religio– nes del Oriente, hindú, china y japonesa, como en la griega y cristiana, añade estas ponderadas líneas: «Saint Bona– venture semble présenter des ressources particulieres pour une meilleure compréhension mutuelle, pour ce dialogue de deux civilisations, car il est celui qui, dans le monde occidental, a le plus et le mieux parlé de la sagesse pour en faire le theme directeur de la grande aventure humai– ne». Un futuro prometedor se nos anuncia aquí. Para me– jor precisar este futuro, agrega posteriormente que la sabiduría bonaventuriana se distingue «de la sagesse se– Ion Descartes, laquelle est toute intellectuelle et purement philosophique, et de la sagesse bouddhique, qui est une attitude pratique de sympathie universelle et qui ne fait point de place a la science, mais la rend impossible». 22 De nuevo C. Bérubé nos pone ante el lema que ha dado a su gran colección de estudios: De la philosophie a la sages– se. Pero ahora nos ha agrandado inmensamente el panora– ma. Su tránsito «de la philosophie a la sagesse» lo había enclaustrado en el mundo medieval. Pero se abre en este momento histórico al encuentro de culturas. Todas ellas deberán contribuir a plenificar la gran síntesis de la «sa– pientia christiana», que un día propuso San Buenaventura y que hoy hay que proponer a la «altura de los tiempos». Incumbe ahora señalar los temas de esta nueva «sapien– tia christiana». Nos ha precedido en señalarlos San Bue– naventura, pero ya no nos es suficiente. Debe, por lo mismo, ser completado. El primer tema de la misma es la consideración del hom– bre total. Este hombre total ha tenido siempre ante sí la sapiencia bonaventuriana. Pero esta visión debe ser en mu– cho enriquecida. Especialmente en lo que atañe como ser histórico. El hombre, como tal, se halla inmerso en la his– toria y lleva en sí mismo una esencial contextura históri– ca en las realizaciones de su vivir. El segundo tema acota preferentemente una porción de esta realidad del hombre total. Son sus vivencias Íntimas, sus experiencias más profundas. Esta preferencia está en clara oposición a la tendencia sociológica de la calle. Pero hoy los mejores espíritus están convencidos de que, si la humanidad no quiere hundirse en el anonimato horno- 26/SUPLEMENTOS ANTHROPOS Perspectiva histórica del desarrollo del saber ________ géneo, tiene que promover y defender al maximum las vivencias personales. El mismo porvenir de la religión, en alza para egregios pensadores contra muchos que la creen desfasada, se funda en la urgente necesidad de dar un contenido transcendente a esas vivencias Íntimas que son lo mejor que cada cual posee. Ante este gran tema, H. Bergson, amedrentado por– que nuestra civilización ha agrandado inmensamente su técnica y su organización, escribe en tono amonestador: «Ajoutons que le corps agrandi attend un supplément d'ame, et que la mécanique exigerait une mystique». 23 Ahora bien; sólo por un celoso cultivo de las grandes vi– vencias Íntimas podrá obtenerse el necesario «supplément d'ame». La franciscana, en seguimiento de San Buenaven– tura, puede y debe ser una de estas grandes vivencias. El tercer tema tiene que abordar el método o procedi– miento cognoscitivo de la nueva sapientia. En la actua– ción de este método parece necesario eliminar el contraste fastidioso que se advierte a lo largo de la historia del pen– samiento entre la intuición y el concepto. ¿No ha sonado la hora de aunar estos dos procesos mentales en una co– munidad de acción que enriquezca el siempre precario co– nocimiento humano? H. Bergson los contrapone en demasía al afirmar que el concepto busca y que la intui– ción halla. Más bien debiera decirse que ambos actúan conjuntamente y mutuamente se ayudan en cada momen– to de nuestra vida mental. Recordemos que el niño se va abriendo a la razón has– ta llegar al uso de la misma, como dice la sabiduría popu– lar. Pero es de advertir que en el diálogo madre-hijo actúan siempre conjuntamente la intuición y el concepto. Por in– tuición el niño percibe que su madre está alegre y jugueto– na; que le quiere mucho. Al mismo tiempo se va abriendo su débil razón con las observaciones que la madre va des– granando a su oído. Acaece lo mismo en el encuentro de dos amigos. Desde la percepción intuitiva de la mutua son– risa hasta los altos razonamientos metafísicos, a los que en ocasiones ascienden, una interacción maravillosa de intui– ción y concepto se aúnan en el coloquio amigable. Parece, según esto, que ha llegado la hora de que la ra– zón deje de creerse lo que en los últimos siglos ha preten– dido: juez inapelable que dictamina la verdad. Recordemos que en Hegel esta pretensión llegó a su cumbre. Hoy el neopositivismo lógico, por otro procedimiento, preten– de haber puesto en ella su asiento. Ya es hora de descen– der de tales cumbres y aceptar para la razón el puesto que le compete. Que no es único en nuestra vida mental. Ni el decisivo en muchas ocasiones. El pensamiento franciscano ya supo mucho de esta in– terferencia de intuición y razón. A C. Bérubé y otros es– tudiosos de tan interesante tema histórico estamos muy agradecidos. Pero es menester ponerlo al día, enriquecién– dolo con las aportaciones actuales. El cuarto y último tema es cómo lograr que la nueva sapientia christiana pueda contribuir a orientar el futuro humano. Tenemos que volver de nuevo a la sabiduría mi– lenaria para la cual el pensar está al servicio del vivir. Hoy, 69

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