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_____ 11. TEMAS EN TORNO A MI PENSAMIENTO CRISTIANO que Heidegger contrapone, no sólo a la charlatanería (das Gerede), sino también al lenguaje de la gramática y de la metafísica. Este lenguaje auténtico sólo aflora cuando el Dasein está a la escucha del Sein y traduce en lenguaje lo que de éste escucha y recibe. 5 El pensador cristiano pudiera suscribir esta profunda e iluminada enseñanza con una condición: la de identifi– car el Sein heideggeriano con Dios. Pero a esta identifica– ción Heidegger se niega rotundamente. Juzga que el Dios de la gran metafísica de Occidente y de la tradición judeo– cristiana ha llegado a ser identificado con el ens commu– ne, objeto de la metafísica. Cierto es que Heidegger se equivoca al identificar el Dios personal cristiano con el ens commune, objeto de la metafísica. Pero no ha tenido reparo alguno en aprove– charse de la terminología de la mística cristiana al hacer sus reflexiones sobre la abertura del Dasein al Sein. Hasta dar la impresión de querer ser una secularización de la misma. Al margen de las intenciones que pudiera haber, es lo cierto que el pensador cristiano, por derecho de recipro– cidad, puede y debe aprovecharse de la genial intuición de Heidegger al afirmar éste que todo lenguaje auténtico comienza por ser respuesta. Y que esta respuesta tiene lu– gar cuando el hombre está a la escucha de Dios y trans– mite lo que de Él ha recibido. En este momento surge de modo ineludible esta pre– gunta: ¿cuándo el hombre se halla en verdad a la escucha de Dios? Heidegger piensa que esto acaece primariamen– te en la comunión viva del poeta con el Ser. Ve al poeta como un zwischen, entre dioses y hombres. Retorna a la concepción de Platón, quien, en su diálogo Ion, muestra a los vates recibiendo su inspiración de un numen sacro, para que trasmitan el contenido de esta inspiración celes– te a los hombres. En perspectiva bíblica se hace patente que la inspira– ción del numen, descrita por Platón y repetida a su ma– nera por Heidegger, tiene plena realización en los profetas. Una reflexión elemental sobre el profetismo bíblico pone en evidencia que el profeta es el receptor de un mensaje divino para ser trasmitido a los hombres. Ahora bien: si el profeta recoge el mensaje divino es porque ha estado a la escucha de Dios. Nadie mejor que el profeta realiza lo que tan insistentemente pide Heidegger al Dasein: cons– tituirse en vigía y pastor del ser: der Wachter, der Hirt des Seins. 6 Un paso ulterior en esta reflexión hace ver que la co– munión viva con Dios es la fuente primera de esa sabidu– ría milenaria que profetas y poetas han transmitido a los hombres en las más venerandas culturas antiguas. De un modo o de otro los libros sapienciales de estas culturas embalsan las inspiraciones venidas de lo alto, trocadas en sentencias sapienciales, orientación y norma de grandes pueblos. Tres han sido las manifestaciones máximas de esta venerable sabiduría a lo largo de los siglos: los libros sa– pienciales, los refraneros populares, la prudencia de los 26/SUPLEMENTOS ANTHROPOS Perspectiva histórica del desarrollo del saber ________ ancianos. Un breve comentario a esta triple vertiente del saber sapiencial. Los libros sapienciales Es muy conocida y comentada esta literatura. Pero no pa– rece se tenga suficientemente en cuenta su íntima estruc– tura como pensar humano. Éste, oscilando siempre entre la intuición y el concepto, entre el intuir y el razonar, ha utilizado de modo espontáneo y natural la intuición durante los largos milenios de las grandes sabidurías anti– guas. Sin poder decir que éstas hayan marginado totalmen– te el razonamiento, es patente en todas ellas el predominio de lo intuitivo, directo e inmediato. Y esto -téngase muy en cuenta- sin hacerse ningún problema sobre su modo de pensar. El problema crítico, planteado por la filosofía moderna, se hallaba muy lejos de sus preocupaciones. Pro– fetas y poetas, mentores de aquellas sabidurías, por intui– ción recibían el mensaje de lo alto e intuitivamente lo aplicaban al tema que les salía al paso o a la praxis que había que realizar con un sentido de total inmediatez y concretez. Se puede recordar la comparación usada en cri– teriología moderna. Los sabios antiguos enseñaban a na– dar, no dando múltiples reglas y razonamientos previos, sino echándose al agua. Nadando se aprende a nadar. Ac– ción directa e intuitiva. Un cotejo entre lo escrito por el profeta Isaías y el teó– logo Francisco de Vitoria sobre el tema de la paz, pone de relieve el contraste entre el pensamiento razonador del teólogo y la intuición del profeta. lsaías, sin preocupación alguna por motivar lo que piensa sobre la paz, transpa– renta su intención en ese relato que todos llevamos en la mente, del que ahora extractamos algunos versos: «Habi– tará el lobo con el cordero y el leopardo se acostará con el cabrito... El recién nacido jugará junto a la hura del ás– pid y el destetado meterá la mano en la caverna del basi– lisco» (Is XI, 6 y 8). Analizadas técnicamente estas fórmulas, llenas de luz, no se advierte en las mismas la menor motivación inte– lectual. Expresan la intuición viva de la paz. Qué distin– to F. de Vitoria en su relección «De jure belli,,. En densas páginas discute las causas que motivan el que la guerra sea justa y hasta obligatoria, quién puede declarar la gue– rra y el modo de comportarse en la misma. Al final de su razonamiento resume su doctrina en tres reglas muy precisas que no hay por qué mentar aquí. Para nuestro propósito lo importante es destacar cómo este esquema sencillo pone ante los ojos la distancia que separa al pen– sar filosófico del pensar sapiencial.7 Y sin embargo, no siempre se pone en claro tan neta distinción. En ocasiones, hasta se tiende a borrar. Esto parece acaecer en estudios, por lo demás valiosos, que in– vestigan en torno a la metafísica de los profetas bíblicos. Sin duda que late en ellos una gran metafísica. Pero no expuesta de un modo razonado y estructurado. Tan sólo se halla en ellos unos excelsos principios metafísicos, 65
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