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_____ 11 TEMAS EN TORNO A MI PENSAMIENTO CRISTIANO memoria de entonces. Pero mi preocupación cultural por el mismo ha sido relativamente tardía. Me vino por la filosofía de la historia, al advertir que se le tenía en gran significación entre las fuerzas espirituales que han influido en nuestra civilización occidental. Con frase exagerada que ningún franciscano refrendaría, A.J. Toynbee llega a darle una pre– sencia primaria en nuestra vida religiosa. Ante estos datos de la cultura creí un deber, con ocasión del octavo centenario de su nacimiento, 1982, mostrar cómo el pensador y el poe– ta de nuestro siglo se han acercado a la figura de San Fran– cisco. En esta mi obra: San Francisco en la mentalidad de hay (Madrid, Encuentro, 1982) hice el recuento de este acer– camiento y una serena valoración del mismo. Me place ha– ber podido constatar en el último capítulo que tres altas mentes de la cultura hispana de este siglo, Menéndez Pela– yo, Unamuno y Ortega, han visto en el santo, desde dis– tintos puntos de vista, excelsos valores culturales y humanos. Mi perspectiva histórica del desarrollo del saber Desde mis primeros años de reflexión filosófica me fue– ron inquietantes las relaciones entre filosofía y sabiduría. La agria disputa de 1931, y años siguientes, en torno a la traída y llevada «philosophia christiana» me hizo ver esta relación con extraordinario relieve. Y también su máxima importancia. Desde entonces no ha decrecido esta impor– tancia en mi mente. A su vez, la fórmula de Julián Marías, al definir el conocer como «un saber a qué atenerse», me dio plena conciencia de que la humanidad ha tenido en su historia otras vías distintas del filosofar para saber a qué atenerse. Una de ellas -muy primaria- la sabiduría vene– rable de los libros sapienciales de las grandes culturas. De toda esta complejidad de saberes, culturas, filoso– fía y ciencia, he llegado a la conclusión que expongo en este primer estudio que presento. Uno de los últimos y de los más pensados. Tal vez alguno me pudiere argüir que, después de tantos años de cultivar la filosofía, le doy aquí las gracias con un ataque frontal. De modo inmedia– to respondo a mi presunto objetante que sin la filosofía no hubiera sido posible escribir este estudio. Con Kant y la Ilustración sigo creyendo que la misión de la filoso– fía es llevar al hombre a su plena madurez intelectual. Pero, a mi modo de ver, acaece que la filosofía se ha subido a mayores en el pensamiento moderno. Hegel hizo de ella un supremo tribunal de apelación. Pues bien, frente a sus exageradas pretensiones declaro en este estudio - y pre– tendo demostrar- que la filosofía es un saber tardío y un 26/SUPLEMENTOS ANTHROPOS Perspectiva histórica del desarrollo del saber _____ _ _ _ Esta mi obra, tan en línea con mis preocupaciones cul– turales, la he considerado preludio de lo que yo debía de– cir de San Francisco. Mi convivencia con él por más de medio siglo me ha incitado a acercarme a lo más íntimo de su alma. Y ante ella me he preguntado por sus vivencias pri– marias. Fruto de estas preguntas y de las respuestas que me he dado es la obra que de años traigo in mente. Y de la cual ya he publicado un esbozo en Estudios Francisca– nos, 89 (1988), 75-107, con este tÍtulo: «Vivencias prima– rias del alma de San Francisco». Por ahora me remito a este estudio que resume mi visión del «franciscanismo» de San Francisco. Cierro aquí esta breve información sobre las cuatro úl– timas secciones de mi campo intelectual. Ahora llega el mo– mento de presentar la primera de las secciones, de la que se dan extractados mis textos preferidos. saber manco. Tardío, porque pasaron millares de años en los que la humanidad fue iluminada -lo sigue siendo– por un saber sapiencial, distinto del saber filosófico, pero muy válido en su acceso a la verdad. Es igualmente un sa– ber manco, como lo ha hecho ver el existencialismo, al de– nunciar esta manquedad de modo patente. En su razonar, la filosofía se ha olvidado de lo mejor: de la vida concreta y de nuestro diario afán. De aquí la urgente necesidad de aunar el pensamiento filosófico, desarrollado gigantesca– mente en los últimos siglos, con la venerable sabiduría que viene aclarando desde hace milenios los problemas huma– nos. La unión de sabiduría y filosofía fue pensada por un gran doctor medieval: San Buenaventura. En su seguimiento cerramos el estudio con este lema: De la filosofía a la sa– piencia. Tema de nuestro siglo para entregarlo al futuro. Se ofrece ahora el texto de este estudio, publicado en Collectanea Franciscana, 60 (1990), 71-85. TRES ESTILOS DE HACER FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA* Muy aleccionadora e incitante me ha sido la colección de estudios de Camille Bérubé, publicados bajo este tÍtu– lo: De la philosophie a la sagesse. 1 He leído en ella una ,,. Las m{iltiples referencias a Camille Bérubé tienen doble motivo: su acredi– tada aportación al conocimiento de San Buenaventura; y ser este mi estudio un homenaje fraterno a su larga laboriosidad en el Istituro Storico dei Cappuccini (Roma). 63

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