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VISIÓN CRISTIANA DE LA HISTORIA EN SUS TEXTOS cristiana de la historia. La obra bien planeada por San Agustín ha quedado sin recibir remate. Refuerza nuestra tesis el estudio de H. de Lubac. Éste reflexiona sobre las fantasías del abad Joaquín de Fiore en su intento de aplicar el misterio trinitario a la marcha de la historia. Tal vez lo más interesante para nuestro ac– tual prop6sito sea el juicio que pone en labios de W. Kas– per. Indudablemente lo hace suyo, como igualmente lo hacemos nosotros: «Pour Walter Kasper, catholiques et protestants, ayant par malheur largement laissé échapper la dimension de l'avenir et la fonction prophétique, ont abandonné l'évangile de l'espérance, sous una forme sé– cularisée, aux philosophes modernes de l'histoire, a Sche– lling, a Hegel, a Marx, et a ces idéologues d'un "troisieme Reich" qui n'ont cessé de surgir depuis Joachim de Fio– re» ( Op. cit., II, p. 436). Por fortuna, los últimos papas y el Vaticano II han crea– do un clima que estimula a elaborar definitivamente una visi6n cristiana de la historia. Y no se alegue que ya se han publicado por doctas mentes, J. Daniélou, Urs von Bal– thasar, etc, estudios sobre teología de la historia. No nega– mos sus excelentes intuiciones que han de ser tenidas en cuenta. Pero la misma palabra «teología» declina a una visi6n de la historia unilateral y constitutivamente man- 26/SUPLEMENTOS ANTHROPOS Conclusión ___________________ ca. Hay que bajar al rodaje duro de esta historia, a la histo– ria sin compasi6n de que habla Hegel. Y sentir c6mo el hombre piensa y obra en ella. Se verán entonces surgir los problemas auténticamente humanos que en esta situaci6n existencial histórica s6lo pueden ser solucionados por las dos luces de la razón y revelación, armónicamente conjunta– das. Ésta es la gran ventaja del pensador cristiano frente al pensador laico. Éste intenta explicarlo todo «desde abajo», cuando lo mejor y más elevado del espíritu pide explica– ción «desde arriba». Si para algún campo vale esta observa– ci6n, primariamente para la visión cristiana de la historia. Siguiendo el fatum libelli parece que estas mis refle– xiones serán publicadas en Barcelona. Ello motiva que en este momento venga a mi mente una de las bellas siluetas de la gran ciudad: la del templo de la Sagrada Familia. Pero está sin terminar, pese a los intentos de continuación. Este magnífico templo, que parece tronchado por mitad, vie– ne a ser un símbolo de lo que nos espera a quienes medi– tamos en la visión cristiana de la historia. Templo a medio hacer desde la intuici6n genial de San AgustÍn, ha sona– do, según parece, la hora de concluirlo. Un nuevo Agus– tín de Tagaste necesitamos entre nosotros. Pienso que el nuevo Agustín que lo ha de realizar es un nombre colecti– vo, que incita a una comuni6n colaboradora. Faxit Deus... 59

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