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_____ l. VISIÓN CRISTIANA DE LA HISTORIA EN SUS TEXTOS la historia. Que las cuestiones que aquí presentamos sean de mucha actualidad lo hicieron ver las palabras finales con las que H.-G. Gadamer cerr6 su discurso inaugural del XIV Congreso Internacional de Filosofía, en Viena, 2 de septiembre de 1968. En ellas Gadamer record6 la ten– si6n suscitada por el intento de reponer en el Senado la estatua de la Victoria, símbolo de la protecci6n divina de que fue objeto Roma. Símaco, en nombre de otros sena– dores, elev6 su petici6n al emperador que se hallaba en– tonces en Milán. Contra las pretensiones de la religi6n que se alzaba entonces como la única verdadera, Símaco funda su razonamiento en este alto motivo: Uno itinere non potest pervenire ad tam grande secretum. El secreto a que aludía Gadamer en el momento inaugural del gran Congreso era el misterio de la verdad (Akten des XIV /n– ternat. Kongress/ür Phi!, Viena, 1971, VI, 38). Y hay que reconocer que la mente humana tiene diversos caminos para llegar a este misterio. Pero no vale el «a pari» respec– to del misterio religioso. En ello se equivocaba Símaco. Y San Ambrosio, al intervenir en el conflicto, actu6 desde el convencimiento de que ha sido revelada por Dios una religi6n plenamente verdadera. Su convencimiento estu– vo motivado y lo sigue siendo. Pero, ¿no se extralimit6 en la aplicaci6n práctica del mismo? Esto se ha de exami– nar con serena crÍtica hist6rica. Tres reparos suscita la ac– tuaci6n de San Ambrosio. Examinemos cada uno de ellos. El primer reparo proviene de que la actuaci6n episco– pal de San Ambrosio -no s6lo en el caso comentado– preludia, no en el terreno doctrinal, pero sí en el de los hechos, lo que se llama hoy con la categoría hist6rica de «agustinismo político».Al margen del discutido influjo de San Agusdn en el mismo, hoy se acepta la tesis de X. Ar– quilliere, quien le define como la tendencia, siempre cre– ciente en la Edad Media hasta Bonifacio VIII, a considerar el poder temporal al servicio del poder espiritual, viendo en la defensa de la religi6n el primero y máximo deber del poder político cristiano. Es cierto que San Ambrosio no se hizo problema doctrinal sobre la relaci6n entre los dos poderes. Pero ante la constataci6n de sus múltiples intervenciones con los emperadores de turno, Graciano, Valentiniano II y Teodosio I, ¿no da motivo a preguntar– nos si de hecho no practica un «agustinismo político», con mucho influjo posterior en las relaciones de Iglesia y Es– tado? Ante la marcha de las ideas y de los hechos parece que el «agustinismo político» tiene un precedente cualifi– cado en la actuaci6n práctica de San Ambrosio. En la his– toria de esta mentalidad apenas se pone de relieve la actuación del mismo. Pero parece de justicia el hacerlo. Los otros dos reparos a San Ambrosio surgen de su car– ta al emperador con motivo del suceso de Gallicino, po– blaci6n del Oriente. El suceso consisti6 en que los cristianos, por insinuaci6n del obispo, según se decía, que– maron la sinagoga judía. Ante la informaci6n del prefec– to, el emperador Teodosio tom6 medidas contra el obispo y oblig6 a los cristianos a reedificar la sinagoga siniestra– da. San Ambrosio se siente obligado a intervenir y escri– be una carta al emperador. Rezuma dicha carta lo que 48 Patrística latina __________________ todos encomian en el santo obispo: su entereza moral. Pero nuestra conciencia cristiana no puede en modo alguno aceptarla. La clave del pensar y del obrar de San Ambro– sio lo da su f6rmula: «Cedat oportet censura devotioni». Esta f6rmula en sí aceptable, dada la primacía de lo espi– ritual sobre lo temporal, es de temibles aplicaciones. Así acaeci6 en este caso. San Ambrosio se siente herido por– que el emperador ha tomado medidas contra el obispo y los cristianos, pero no tiene en cuenta que se han con– culcado derechos naturales al quemar la sinagoga. Ante este hecho razona de modo tan claro que no necesita traduc– ci6n: Non est ergo causa tantae commotionis idonea ut prop– ter aedificii exustionem in populum tan severe vindicetur: multo autem minus quia synagoga incensa est, perfidiae lo– cus, impietatis domus, amentiae receptaculum, quod Deus damnavit ipse... At certe si jure gentium agerem, dicerem quantas Ecclesiae basílicas Judaei tempore imperii Juliani in– cenderint. Duas Damasci, quarum una vix reparata est, sed Ecclesiae, non synagogae impendiis: altera... [Epístola, XL, 14-15; P.L., 16, 1.153-54]. Apena que San Ambrosio con el jure gentium en la mano aduzca el argumento banal del «peor eres tú», re– cordando que los judíos aprovecharon los años de Julia– no el Ap6stata para quemar iglesias cristianas. Pero es aún más de lamentar que en esta carta no se tenga en cuenta la argumentaci6n de Tertuliano contra el tirano Scápula: «Humani juris et natura/is potestatis est unicuique, quod putaverit, colere>>. Esta magnífica proclama de libertad re– ligiosa, a la que va unida el respeto a los derechos de la conciencia subjetiva, es ajena a San Ambrosio, que razo– na exclusivamente desde los derechos de la religión verda– dera. Otro reparo ulterior de la actitud de San Ambrosio surge de la misma carta. Es su actitud negativa frente a las religiones no cristianas y más aún frente al judaísmo. Sería muy anacr6nico argüirle desde la mentalidad ecu– menista que pide el Vaticano II. Pero es que se halla tam– bién distanciado de aquel coloquio de San Pablo con los sabios del Are6pago, cuando les hablaba, según ya hemos comentado, de c6mo el hombre busca a Dios y por tan– teos distintos quiere palparle de alguna manera. Este divi– no y admirable tanteo es ignorado por San Ambrosio. Y esto constituye un tercer reparo a su pensar y a su obrar, tan elevados en la intenci6n y prop6sito y tan lastrados por algunos malentendidos que motivarán aspectos muy negativos en lo que más tarde será la cristiandad. San Jerónimo Si en San Ambrosio el «incarnacionismo cristiano» tuvo un sentido práctica tanto en el aspecto ético-doctrinal como en el campo de la actuaci6n política, el de San Je– r6nimo fue más bien literario en la acepci6n amplia de esta expresi6n. Cierto que su mentalidad tom6 muy en SUPLEMENTOS ANTHROPOS/26

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