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_____ l. VISIÓN CRISTIANA DE LA HISTORIA EN SUS TEXTOS tuar el hombre. Pero debe limitarse a aceptar el orden del cosmos, tal como se concretiza en los avatares de la pro– pia existencia. Al hombre incumbe tan sólo acatar este orden y venerarlo. Esto es lo moral. Y esto es lo que da al sabio su imperturbabilidad en la dicha. Clemente reacciona vigorosamente contra este error. En un pasaje se enfrenta con las luces astrales que se– ñalan el orden cósmico indefectible y afirma que «es el Logos la luz verdadera que guía nuestra conciencia y que nos transfiere del dominio del hado a la Providencia que es Cristo» (Excerpta ex scriptis Theodoti, LXXIV; P.G., 9, 694). Ya vimos, según expone Clemente, cómo esta Provi– dencia actúa en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Son los dos principales Kutpoí de la economía divina en la historia salvífica. Mas, al adentrarse Clemente por el tiempo evangélico, utiliza esta fórmula: Kmpoc; ví3v. Pa– rece preanunciar el existencialismo bíblico de R. Bultmann del «hier und jetzt». Pero Clemente lo enraiza con mayor plenitud en la historia de la salvación. Para él Kmpoc; ví3v es la máxima EUKutpía, el momento más favorable en la historia de la salvación, según leemos en este texto que resume su pensamiento: Es por este motivo que el Logos ha sido llamado Salva– dor, puesto que ha proporcionado a los hombres estos re– medios espirituales para darles un sentido moral adecuado y conducirlos a la salvaci6n. El espera el momento favora– ble -'t'T¡V EUKatpíav-, avisa de los daños, denuncia las cau– sas de las pasiones, corta de raíz los deseos desarreglados y aporta a los enfermos todos los antÍdotos saludables. Así es la más grande y la más real obra de Dios: salvar La humani– dad -(J{Ót,EtV 1i¡v av0pomón11u- [EL Pedagogo, I, 12; P.G., 8, 370]. Pero esta EUKutpía evangélica no tendría plenitud si no estuviera abierta a la eternidad. Clemente la tiene ante sí al contraponer xpóvoc; temporero al akóv eternal. Re– húsa dar al tiempo esa eternidad ficticia que le dieron los estoicos con sus círculos y se atiene al mensaje bíblico de la historia de la salvación. La Providencia va educando a la humanidad con los diversos Kutpoí hasta llegar a la meta final, al akbv definitivo. Para Clemente Dios es -dicho en dos palabras- origen y meta de todo lo que sucede 111v apx1)v Kal 10 1É11,oc; 1&v yi::voµÉvwv (Eclo– gae ex Scripturis Propheticis, XVIII; P.G., 8, 705). Con esta sencilla frase Clemente contradice el agnosticismo sobre Origen y meta de la historia, puesto tan de relieve en nues– tros días por K. Jaspers. Y sin embargo, desde el punto de vista de la visión cris– tiana de la historia, esta aportación de Clemente es muy incompleta. La dura realidad descrita en el libro del Apo– calipsis aquí no se hace sentir ¿A qué se debe si la época de su vida está enmarcada por la persecución a los cristia– nos? Se libró Clemente de la falsa filosofía, propuesta por el estoicismo. Pero pensamos que el espiritualismo neo– platónico le impidió ver el acuciante problema de la his– toria en su dinámica grandeza. 32 Patrística griega _________________ b) Cuestiones secundarias. Entre las múltiples cuestio– nes que nos salen al paso, seleccionamos dos por juzgar– las más importantes. 1. Valoración de la cultura griega. Ya vimos que San Justino consideró esta gran cultura bajo la luz del Logos. Más tarde, sobre todo por los padres capadocios, la esti– mará como instrumento precioso para exponer y acredi– tar el mensaje evangélico. Pero Clemente da un paso ulterior. Piensa que la cultura griega entra directamente en la economía de la salvación. Debía preparar a los genti– les a la recepción del Evangelio como la ley de Moisés debió preparar a los judíos, según ya indicamos antes. Por el texto que vamos a extractar se advierte que Clemente quiere respaldarse con la autoridad de San Pablo. Como preámbulo del mismo evoca el diálogo de éste con los fi– lósofos del Areópago, en el que se cita a uno de los poe– tas griegos. Entonces Clemente se atreve a dar un paso más y razona: De donde se sigue claramente que utilizando los ejem– plos poéticos tomados de los Fenómenos de Arato, aprueba esto que los griegos han dicho de bueno. Además dio a en– tender que a través del Dios desconocido los griegos honra– ban por perífrasis al Dios creador, hacia el conocimiento que debían recibir y aprender por medio del Hijo [Stromata, I, 19; P.G., 8, 808]. Esta referencia al plan salvífica de Dios en cuanto se sirve de la cultura griega, es desarrollado con detención por Clemente en el cap. XIV del libro V de los Stromata. Pero esta tesis atrevida no ha tenido continuidad. Tan sólo con el concilio Vaticano II vuelve a surgir como gran cues– tión en el actual encuentro de religiones y culturas. Por lo que toca a Clemente quiso hallar un refrendo a su postura mental, alegando que lo mejor de la cultura griega fue tomado de los libros sagrados de los hebreos. De superchería ha sido tachada esta opinión de Clemen– te. Pero la repite la patrística. Y lo que es más, sigue te– niendo vigencia como «hipótesis de trabajo» en los investigadores de hoy. En una visión de la historia cristiana merece plácemes el que sea recordada. Lástima que esta actitud abierta de Clemente no la haya extendido a todas las culturas. Toca hacerlo ahora. 2. La «gnosis», meta de perfección. En la gnosis, tal como la describe San Pablo, vio Clemente la perfección del sabio cristiano. Pero más que nunca Clemente razona bajo la impronta del neoplatonismo que le rodeaba. Plo– tino concluye las Enneadas con esta frase: <puyl'] µóvou npoc; µóvou -huida del sólo hacia el sólo-. A este final precede un desentenderse de todo lo sensible y declararlo sin valor. Esta frase y su enmarque dio la pauta al clima espiritual que envuelve las reflexiones de Clemente. Su gnosis es una comunión final del «sólo con el Sólo». Aquí la mayúscula es imprescindible por su referencia al Uno -10 ev-, clave del pensamiento plotiniano. Es patente que esta sobreestima de Clemente por la gnosis es un repliegue hacia las exigencias del individuo. SUPLEMENTOS ANTHROPOS/26
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