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_____ l. VISIÓN CRISTIANA DE LA HISTORIA EN SUS TEXTOS Ha sido esta una realidad que han vivido en la intimi– dad de su conciencia millares de cristianos a lo largo de la historia. Y hay que leer en esta intrahistoria de las con– ciencias la jugosa raíz de eso que se llama historia. Advertimos ulteriormente que en este pasaje Clemen– te une el tÍtulo de Pedagogo, dado al Logos, el de Maestro. Pero es en su tercera obra, Stromata, donde más detenida– mente expone esta tercera funci6n del Logos. De momento nos limitamos a esta somera indicaci6n, que comentare– mos ampliamente al hablar de la «gnosis» en Clemente, para quien es la cumbre de perfecci6n a que puede llegar el cristiano. 2. 'Av0pconó't'r¡c;. En este neologismo, que inicia su andadura cultural medio siglo antes de que lo usara Cle– mente, cifra éste a toda la especie humana como un cuer– po único, cual si fuera una persona que nace, se desarrolla y progresa hacia su plenitud por la acci6n del Logos. Pa– rece resumir en este solo término toda la historia humana. Con dos verbos precisa la doble vertiente de su reali– zación biológica y espiritual: nAr¡0úvav-aó1;ávsw. El pri– mer verbo lo dice todo en este pasaje: «El Señor quiere que la humanidad se multiplique -nAr¡0úvw0m yap ó Kúpwc; j3ouAS'tat 'tT]V av0pconó'tr¡'ta-» (El Pedagogo, II, 10; P.G., 8, 498). Del crecimiento biol6gico pasa Clemente al crecimien– to espiritual, tanto del hombre como de la humanidad entera. Acotamos aquí un pasaje denso en el que Clemente describe en bello estilo este crecer humano bajo la acción del divino Pedagogo, el Logos: En verdad es El, según me parece, quien ha formado de la tierra al hombre, lo ha purificado con el agua, lo ha he– cho desarrollarse por el Espíritu, lo ha educado con su pala– bra, y le va dirigiendo con santos mandatos hacia la adopción filial y la salvación; para que, transformado, el hombre te– rrestre en santo y celestial, se realice plenamente la palabra de Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejan– za». Sólo Cristo realizó plenamente esto que dijo el Señor, mientras que todo otro hombre se ha de entender que reali– zó sólo la imagen [El Pedagogo, I, 12; P.G., 8, 367]. Los comentadores subrayan que Clemente hace sentir en este pasaje la diferencia entre imagen -dKo'.>v- y se– mejanza -óµoícocnc;-. Se hará sentir esta diferencia en toda la Patrística Griega y repercutirá en las escuelas me– dievales, especialmente en la franciscana. La imagen es es– tática, por cuanto no se puede perder nunca, por llevarla el hombre en su misma naturaleza. La semejanza, por el contrario, es dinámica, capaz de perderse, pero igualmen– te de ir creciendo hasta su plenitud. Ésta se logra s6lo en el cielo, pero ya puede anticiparse de un modo válido para el hombre individual, pero igualmente para la humani– dad entera, a la que también Clemente vio en perenne desarrollo. Vamos a ver ahora c6mo este desarrollo se va actuan– do bajo una pedagogía divina que toca ahora exponer al comentar el tercer vocablo. 3. Timoaycoyía. Ya San Pablo, al meditar sobre la re- 26/SUPLEMENTOS ANTHROPOS Patrística griega _________________ laci6n entre ambos Testamentos, muestra el plan progre– sivo por el que Dios va educando a su pueblo Israel hacia la plenitud de su salvación que es Cristo. Clemente hace suyas estas ideas paulinas. Ve también la ley antigua y el evangelio como dos medios del Logos con valor educa– c!onal. Sintetiza su pensamiento en este texto tan expre– sivo: 'Aµ(f)w 8é tú) vóµw Oll)Kóvouv ,é¡) "Aóyw de; rcm– oaywyíav n'¡c; uv0pwrcó,ritoc; o µsv füu Mwuaswc;, o fü; 8a.noa,ó11,wv [El Pedagogo, III, 12; P.G., u, 673]. «Así pues, las dos leyes servían al Logos para educar a la humanidad, una por medio de Moisés y otra por medio de los apóstoles.» Texto tan claro nos enfrenta con la actitud de Clemente ante la relaci6n del Antiguo y del Nuevo Testamento, la ley de Moisés y la de los ap6stoles, como se dice aquí. Dos opiniones opuestas tenía ante sí: la de los judíos para quienes la ley de Moisés era la definitiva y la única vale– dera; y la de los gnósticos -Marci6n sobre todo-, los cua– les juzgaban el Antiguo Testamento obra del espíritu malo. Clemente, en línea con San Justino, y más aún con San Ireneo, de quien asume su concepci6n de la economía di– vina como historia salvífica y progresiva, considera que los dos Testamentos son momentos excepcionales de la Pedagogía divina a beneficio de la humanidad. Lo peculiar de Clemente es haber visto en la filosofía un eficaz medio de la economía divina a favor de los gen– tiles; un modo más de esta Pedagogía. Volveremos sobre esta valoraci6n que hace Clemente de la cultura clásica. En este momento nos limitamos a recopilar este pasaje de Clemente: Quizá les fue dada a los griegos la filosofía, antes de lla– marlos también a ello pues ella educaba -{mmoaywyst– al pueblo griego para conducirlo a Cristo, como la ley edu– caba a los hebreos a hallar su perfección en Cristo [Stroma– ta, I, 5 y 16; VI, 8; P.G., 8, 715-731; 9, 283-291]. 4. Kmpóc;. Ya vimos c6mo San Pablo contrapone el tiempo cronométrico -xpóvoc;- y el tiempo oportuno -Katpóc;-. En la visión bíblica de la historia éste viene a ser la ocasión propicia que Dios concede al hombre en su historia. Clemente asume este contraste y lo desarro– lla, haciendo del Kmpó<; uno de los goznes de su pensa– miento. Este vocablo con sus derivados SUKatpía y SUKaípcoc; se hallaban muy insertos en la filosofía estoica, la de ma– yor vigencia, al ponerse Clemente a pensar. Para muchos es el estrato filosófico prevalente en la estructura de su pen– samiento. En verdad, fue un grave error del estoicismo su enco– mio de la fatalidad a la que dio diversos nombres. Recor– damos el más filos6fico: dµapµévr¡. Ésta liga al mundo por la férrea necesidad, presidida por el movimiento de los astros. Ni los dioses pueden sustraerse a la misma. Den– tro de este determinismo c6smico absoluto tiene que ac- 31
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