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_____ l. VISIÓN CRISTIANA DE LA HISTORIA EN SUS TEXTOS Este desarrollo debemos exponerlo aquí. Con el Apoca– lipsis de San Juan estas Epístolas son de máximo influjo en una visión cristiana de la historia. Seleccionamos, por brevedad, puntos fundamentales. 1) Cristo, meta de la historia. P. Teilhard de Chardin, al afirmar atrevidamente que todo el cosmos es un pro– ceso biológico, que apunta, como una flecha al punto omega, se siente respaldado por este texto de San Pablo: «Todas las cosas son de vosotros; vosotros sois de Cristo, Cristo es de Dios» (1 Cor 3, 22-23). Hoy, una mentalidad ecológica, más sentimental que fundada, pretende equi– parar todos los géneros de vida: hombres, brutos, plan– tas. Teilhard de Chardin combate esta mentalidad al mostrar al hombre como síntesis vital de todo el proceso anterior biológico, que sólo por el hombre puede ser al– canzada. Lograda esta plenitud, el hombre advertirá que su único centro de convergencia es el punto omega, que es Cristo. Al margen de aspectos oscuros de esta grandiosa con– cepción cósmica e histórica, Teilhard de Chardin tiene ra– zón al apoyarse en San Pablo para fundamentar su concepción ascendente del cosmos. Cita expresamente el texto que terminamos de comentar. Pero San Pablo lo am– plía y completa en la misma epístola ( 1 Cor 15, 24-28). Este pasaje culmina al afirmar San Pablo que todo el uni– verso quedará sometido a Cristo, para que éste lo lleve a Dios. Entonces «Dios será todo en todas las cosas». Gran final histórico. Sentimos, con todo, más enraizado en la trama de la historia humana hasta llegar a su meta, otro pasaje de San Pablo en su Epístola a los Efesios, 1, 10. Se adentra el após– tol en el plan de Dios sobre el mundo para decirnos que un designio secreto de la buena voluntad de éste determi– nó llevar «la trama de la historia a la plenitud de los tiem– pos, recapitulando todas las cosas en Cristo». De este texto subrayado comentaremos en el apartado próximo el pri– mer inciso sobre la plenitud de los tiempos. Ahora nos detenemos en el segundo por su mayor vinculación al pun– to sobre el que estamos reflexionando: Cristo, meta de la historia. Tiene hoy resonancia extraordinaria el verbo griego utilizado aquí por San Pablo: avaKE(f)UA.atCÓ0a00m. Con él quiso significar que todo tiene que llegar a recapitular– se en Cristo, como en su cabeza. Esta recapitulación hoy se la entiende en el sentido de que Cristo no ha venido a eliminar ningún valor de las culturas humanas, sino, más bien, a asumir cuanto de bueno haya en ellas, para de esta suerte, tanto en el plano de lo temporal como de lo eter– no, Cristo presida las grandes conquistas de la mente hu– mana. U na insulsa lucha entre ciencia y Je, vigente durante largos decenios del pensamiento moderno, se empeñó en crear un abismo entre ambas. En la recapitulación de to– das las cosas en Cristo, a este abismo se le declara inexis– tente. El día en que ésta se lograra, se habría llegado a una plácida meseta en la que tendría lugar un intercambio en– tre los dones de arriba y los de abajo. Como todos proce– den de un único Padre, todos deben estar recapitulados 26/SUPLEMENTOS ANTHROPOS Nuevo Testamento ________________ en Cristo para que éste se los devuelva. Aquel día feliz se cumplirá la palabra del apóstol: Cristo, meta de la his– toria, para que Dios sea todo en todas las cosas. 2) xpóvoi; -Katpói;-. Al afirmar San Pablo que Cris– to es la plenitud de los tiempos, utiliza dos vocablos distin– tos. En Gálatas 4, 4, Cristo es plenitud 'WÜ')Gpóvou. En Efesios, 1, 10, es plenitud TffiV Katp&v. Es evidente que el genitivo x,póvou hace referencia a la mera cronometría, es decir, a la mera sucesión del tiempo exterior al sujeto. Sirve, por lo mismo, para datar los hechos históricos, pero no para dar sentido a los mismos. San Pablo, en Gálatas, asume este vocablo como medida secular de los aconte– cimientos históricos. Y en este plano, en el que se suce– den las edades de la historia, Cristo es la plenitud a que ha llegado la humanidad, sin tener ya meta ulterior más alta. A su vez, al utilizar el vocablo Katpói; en Efesios, San Pablo mira al tiempo en su acepción de oportunidad. De suyo, éste es el significado griego de Katpó<;: tiempo con– veniente. Escrito con mayúscula significa La Ocasión Per– sonalizada. Mucho más contenido tiene en San Pablo este voca– blo al hablar de «plenitud de los tiempos» en este pasaje a los Efesios. San Pablo ve a la humanidad bajo un plan divino en el que va dando a los pueblos, naciones e indi– viduos diversas oportunidades, Katpoí, para que cumplan la misión respectiva que les ha confiado. Ahora bien, es dentro de este grandioso plan divino de oportunidades, Katp&v, cuando Cristo aparece ante San Pablo como ple– nitud de las oportunidades dadas por Dios. Juzgamos capital esta distinción paulina entre ')Gpóvoi; y Katpói;. Pero apenas se ha tenido en cuenta en la refle– xión cristiana sobre la historia. En nuestros días la teolo– gía de la historia ha iniciado ya profundas meditaciones, teniéndola muy presente. Para recordar el más vale tarde que nunca. 3) Los caminos de Dios en la historia. Completa este tercer punto al anterior, al señalar las oportunidades con– cretas que Dios ha ido ofreciendo a la humanidad a lo largo de su historia. En la epístola a los Gálatas, 3, 24, San Pablo Afirma que la misión de la ley, dada por Moi– sés a su pueblo, fue la de servir de «pedagogo», para que condujera al pueblo elegido a los pies de Cristo. Toma el apóstol la palabra «pedagogo» en su sentido originario e histórico. En el mundo griego era el esclavo de confianza a quien su señor confiaba sus niños para que los llevara a recibir lecciones de su maestro. La versión de Alonso Schockel-Mateos lo traduce por niñera, que recuerda a la chacha que veíamos por las calles con su atavío caracte– rístico, llevando de la mano a los niños, camino del cole– gio. Esta imagen casera encierra dentro de sí una profunda interpretación de la historia, al desvelarnos el plan provi– dencial de Dios respecto de su pueblos, Israel. Y en los otros pueblos, ¿no pensaba San Pablo? Ya en su encuentro del Areópago habló San Pablo a aque– llos filósofos de los planes de la sabiduría divina en la marcha de la historia. Pero de modo más preciso y en 15
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