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58 P. MELCHOR DE POBLABCIU (8) gativo, <{Ut:' es el más d,•sagradable. Los legislador<'&, como es natural, ponen el dedo en la llaga, llamando severamente la atención de los subordinados acerca de los deberes inalienables de perfección y íiantida<l a que están ohligados; mas pasan por alto la parte ,;ana del organismo. Pueden asemejarse al podador que de un Lajo desgaja d(•l árbol la rama dañada, dejanto in– tactos PI tronco, las flore¡;; y los frutos; o al cirujano que raja y corta el tumor maligno, fiÍn mencionar luego en la receta o diá– gnosis las partes vitales y sanas. La retahila inkrminahle de abusos y Lransgresiones, que íorman como la trama de ,•soi,; do– cmnentos inexorahles, denota y pone de manifiesto el lado déhil } humano que ~H1w:·ja a toda sociedad que tiende a mejorarse y a superan-e en PI itinerario difícil de los consejm; t'Vangéli– cos; pero de ninguna numera ha <le considt•rarse eomo el t•x– ponentt' o eomún denominador de la vida de los aFociados. Es de todo punto nt>cesario corn,idt>rar aiámisrno cuale:,;quiera otra rnanifestaciiín colectiva o individual de la t>ntida<l a la luz de otras fuente6 históricas y de otros docunwntos. ¿Cómo pasar en r,ilencio, por ejt>rnplo, la floraeián de almas ei,;cogidas que con la prá('Liea hernica dt> lai, virtudes cristianas han enriqueci– do el santoral de la Iglesia y que crceieron y se desarrollaron en est' amLiente que alguien se obstina en pintarnos nm tan negros colores? De los Ca¡n,chinos <¡ue pasaron a mejor vida en la segunda mitad del f'iglo XVIII uno ha Aido canonizado, cuatro beatificados y nm·ve reconocidm, venerables por la auto– ridad suprema de la Iglesia'. Poni.-rnlo frente por frente los ele– mentos positivos y negativos, los arranques grnermms y las de; bilidade6 rastreras, se logrará integrar el ser de una institución sin aLuhar las sombras ni disminuir las luces y contemplar en una mira<!a de conjunto, objetiva y exacta, su realidad concreta e hü,tóriea. Las somhras y las luces con sus tonali<ladt's diversas completarán el euadro, (llW refh·ja la vida dt> la seciedad en un monwnto histórico <lt'terrninado. Estas ohdas ohservaeiones &e hacían necesarias para no de– sorientar al lector del presente estudio. 7 Cf. MELCH!OR A PoRLADURA, Historia generalis III, Romae 1951, 236ss. El año 1765 Fraderico Fonsacii [P. Francisco de Ajofrín] publicaba el siguiente elogio ditirámbico, que referimos a título de curiosidad: << Se ha señalado esta seráfica penitente familia [de los PP. Capuchinos] desde sus principios hasta el siglo presente con tanta fama de santidad, que sin notarse la menor decadencia se ve oí tan ohserYante, rígida y penitente, como la admiró el orbe en su primer oriente. En tan gran reputación YÍVe al presente en la Europa, que un no vulgar ingenio de nuestro tiempo [el P. Uvalía, O. Minim .• en su aprobación del libro. del P. ANDRÉS DE LISBOA, O.F.l\LCap., Epítome historial de las grandezas de la seraphica Religión de Capuchinos, Madrid 1754] se atrevió a imprimir el siguiente bien que merecido elogio: Si los santos todos no son Capuchinos, todos los Capu– chinos son santos >). CL Carta familiar de un sacerdote respuesta a un colegial... en que le da cuenta de la admiral,le conquista espiritual del vasto Imperio del Gran Thibet ..., México 1765 y Madrid 1772, punto 2, num. 3.

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