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( ,) LO~ Cff\\"Er\TOS DE UETl!W E:\ L.\ ORDF;\" C\PFClIINA interna, en eonlra del pare<·er de loi,; mibmos superiores reli– giosrn,. Evidentemente aquella polítiea seuclon·ligio:-a no ¡,en,e– ~uía 6<Ílo puro;; intneses e;,pirituales. l\Ias el heeho fü) t-ignifiea que los :,mpniores 1wgarnn :-u 1-impaiía y eolahorai·i6n a loR eo– natos reiterados de lot- Rúli<litos. que anlwlahan una más exacta ohi-ervaneia de las leyes. sino que deRaprohahan los m(-todoi– por ellos propuebloR pan.1 lograr el fin y fü' oponían a b Íl!ge– renf'Ía no pedida e inneee,..aría de olrn6 autoriáadt•s 1110, idas por principio,; extrafios. A lo lar;.:o de ('t-las pági;,a~, LViHlrnnos oca– r-,ión de a¡..iHir d forcejeo int-Íc-,leute entre amLw, mlloridades. Será un episodio perfedamei:k e¡¡cmlCírado e;; el amlú·nte re– galisia y jam,eni~.ta que domina!Ja lm, reheiunes enin· la I¡!"l<'Sia y el Estado t'!l vL.;pera;.: dP la revoh,f'i<Íu fra;;n•i,a. El somero cuadro q1;e herno,; trazado revP1a lo¡;; variados ma– LÍl'es y múltiples faepta¡.. de un problema gravt>, que exigía una !-olul'iú1 prudt•nte y ade¡•uada. para Pncauzar lm; corrienies sa– nai,; d<· modo qnP pudieran vietoriot-amentP rPsistir al ím¡wtu avasallador de las Lt•rnleneÍ.ls racionalistas y pagarn1F fllH' enra– rt>cían Pl amLienle y envem•nahan los ánimos. Por dt·sgraeia, los a<·onlt'eimientos ¡.,e preeipilaron; la lgle,.:ia y lai,; OrdPnes Re– ligiosas huhieron de atravPsar por un mar alborotado que su– mergió en sus Pn<·n·spadac, ondas mta·hos saludahles propósitos y lJell.:(' inil'ialivas. ".ímholo clel corn,Lanle er;fue.:zo d,, lo¡; coa– tinuadore;-. de una glorio:-;a Lradici61i. Y t'c, i,;nbremanera hermoso y eonsolador Pl t>speeiáeulo <tne nos ofreeen er-tos grupos de se– lecto,-, que a pt>sar del t·ontiuuo t'lnpuje <k fuerzas contrastan– tes y advnrns no eejan Pn el empeño g<·1wro1-o de vivir heroira– mente el idt>al profe¡..ado. Sería injm,to reeargar demat-iado los eolores. Cintamente huho abusos y relajaciones. Es inm•gahle y es humano. Pero los mismos Supniores qw• con fervoroEo celo los fustigaban y reprendían, exagnándolos, negaban que fueran tales que exi– gieran una reforma de la Orden. Y no hasta considerar las or– denaciones de los capítuloR gt>1wrale8 para f ormar8e nna idea <·ahal del estado real y objetivo de la ohservancia regular", pues de8cuhren solamenlt• un aspecto parcial, y por añadidura ne- 6 Existen tres eoleeeiones eomplNas de las ordenadones emanadas por lo~ capítulos generales. La primera se ¡mhlieó por orden del P. Venaneio df" Turín a mediados del siglo pasado; rf. Ordi,wtiones et decisiones capitulorum genera– lillm Ord. Fr. lUin. Cnpuccinomm, Romae 1851; Apperulix, ihid. 1852. La srgunda, directamente copiada de los originales dd archivo genrral de la Orden apareció durante los años 1889-1892; cf. Collectio authentica ordinationum ac ,frcisionum capitulorum {!J'twralium, en Anal. O.F.M.Cap. 5-8 0889-1892) passim. Finalmente el capítulo general de 1926 aprobó la última revisión hecha en conformidad del Código de Derecho Canónigo (Romae 1928). Las ordenaciones del capítulo general celebrado en 1761 y publicadas por el P. Pahlo de Colindres se editaron en Anal. O.F.iU.Cap. 8 (1892) 241-250; mientras que las del P. Erardo de Radkerslmrg promulgadas en 1775 se conservan todavía inéditas en el archivo general de la Orden, sign. BD.

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