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56 P. :\IELCHOU DE POBL.WCIU ( 6) ---~--~-------------- de la asamblea general celehrada en Roma ac1uel año arrojan estos datos nmnéricm;, reveladores de la múltiple actividad que debarrollahan lo¡;; Capuehinos: :H.029 religiosm; distribuidos en 1762 conventos, formando 64 provineias monástieasº. Pero la parábola deset'ndente no H' hizo esperar, bi es que ya no había eomt:>nzado. Hada años. en t:>Ít:>cto, que los espíri– tus ohservadort'fi iban ach-ü-Liendo gérmenes disolvt:>nks y sín– tomas amenaza<lorC's, que minaban la solidez del edificio y com– prometían ¡,u t'blahilida<l y belleza. Y a ve('t'S más que síntomas, eran dolorosas realidades. El fenómeno no era exeli•sivo de una determinada entidad. Se asistía por doquier a un l'amhio de mentalidad en las eoneieneias y de métodos en la aeci<in. El ehoque enln' el espíritu <·orn,;erv ador dt> la tradición y el entu– i;iasmo innovador dd progreso altt•n'i la ,piietud eonventual. Menos eontemplaeión y más acción. La neeesidad inevitable de una reorganizaeión de loi,; estudicH, t'n conformidad t'On las co– rrientes culturales no halló eoncordPs los ánimos; el binomio piedad y eiencia no fué perffc·tamente t'Ompren<lido; hubo in– eertidumbres, retraso y ambiciones de privilt:>gios. La multitud de vocaeiones faseinadaR aca¡,;o por el idt'al y la popularidad facilitó en algunas regiones el n·elutamit>nto dt:> i;ujetos menos idóneos y eapa<'itadoi,;, los euales sin el estímulo del deeidido empt'ño de ¡wrft:>eeión re1igiosa faeilitahhn, favorecían y pro– pagaban la inohRnvancia y la vida fáeil, tibia y ociosa, eontri– huyendo al desprestigio de los Institutos mouár;tieos anti• los in– novadon•fi rt'volueionarioi; c1ue todo lo medían <·on el rasero de la razón y sope¡;aban con eriterios humanos. Lo,; adelantos del confort en la vida familiar de tino medio v la¡; exigeneias inde– rogable¡;; dt•l nuevo dinamismo i~nponían {¡na adapta<'ÍÓn l'Il la práctica de la pobreza franciscana en sus formas y modalida– des, y t:>l literalismo evangélico de S. Francisco chocaha una vez más con las rudas realidadei,; de la vida. Además lai,; teorías que exaltaban los derechos dt' la razón y de la persona humana no podían por menos de influir Pn el desarrollo de las n'laciones entre súbditos y superiores; por manera que la simplicidad y ¡.;eneillez primitivas y tradieionalPti hubieron de rt'6Ístir al asalto tenaz e implaeable del autoritarismo y de la insubordinación. Por otra parte, la intromisión arbitraria y exagerada de las auto– ridades civiles en las cuPstiones internas y disciplinares de las comunidades religiosas coarctaba la libertad y autonomía de los legítimos superiorei-, dando ocasión a divisiones y fomentando han<los y partidos de las nacionalidades, que desgraciadamen– te repercutían en el gobierno de las provincias. Y sorprende que en muchos casos fueran precisamentf' las autoridades laicas, las que daban todo su apoyo a intentos loealizados de reforma 5 Cf. MELCHIOR A Pom,ADURA, O..F.M.Cap., Historia generalis Ordinis Fr. Min. Capuccinorum U-1, Romae 1948, 62ss.

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