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(41) LOS COl'\VENTOS DE RET!UO EN LA ORDEN CAPUCHINA 167 nancia a una aprobación incondicional de la S. SPdP; pno hu– hieron de capitular ante la enérgie a oposición del RPy, que se negaba a todo compromiso. Por fin Clemente XIV con tres hre– ves fechados el 6 <le septiembre de 1770· ratificaba las ordena– ciones promulgadas por el P. Pablo de Colindres y la funda– ción <le los seminarios o cole¡.;ios de Misioneros de Sanlúcar, Monóvar y Toro'". A pesar de tan autorizados paLroeinadores, aquellos centros, si se exceptúa el tercero"', tuvieron vida muv efímera y no exenta dt> dificultades aumentadas por las circun;– lancias poco favorablPs para su desarrollo con Pl reclutamiento <le adeptos y vocaeiones. El P. Juan de Zamora, primer superior de Toro, discípulo aventajado y eontinuador <le la e:-cuela Pspiritual del P. Pablo <le Colimlres, dió un paso más adt>lanlc, organizando en PI Real Sitio dP El Pardo <( un estahleeimienLo de perfecta vida común)/'. Empezó su campaña a favor del mismo eon el ejem– plo al ser nombrado guardián <le aquel convento en octubre de 1774, favorecido por el Provincial P. Fidel de Sanlurce, su amigo y admirador; y de acuerdo con toda la comunidad al poco tiempo quedaba definitivamente implantada la perfeta vida co– mún. A diferencia de los seminarios <le l\'.lisicmPros va existen– tes, aquí se enfocó el problema desdP el únieo punto de vista de la observancia, prPscindiPndo del aspeeto << misional )L El P. Juan, en colaboración con otros ilustres religiosos, Pnlre los {JUe descuella el P. Francisco Javier de Villalpando 1 ', logró su intento; pero aunque después fué aprohado por el P. Erardo de Radkerslmrg, di6 origen a discordias, recursos e intervenciones repelidas de Roma y de la Corte; no gozó días de tranquilidad ni fué el oasis <le paz franeiseana que muchos hahían soñado. Francia Concluída felizmente la visita de las provincias de España, el P. Pahlo de Colindres cruzó los Pirineos. El austero y fer- 12 Cf. llullarium Ord. Fr. lUin. Capuccinorum LX, 18-35. En el Leg. 330, del Arch. EmlJajada de España, se conserva otra traducción auténtica de las or– denaciones de los tres conventos con algunas leves variantes respecto al texto publicado en el Bulario. En junio de 1778 el P. Erardo de Radkersburg entregó al P. Jesualdo de Reggio otra copia de las de Toro, que él transcribió en su monografia Istruzione su i conventi di Ritiro, 287ss, y corresponde al texto con• servado en el Archivo de la Embajada. 13 Cf. MELCHIOR DE PoBLADURA, Los Frailes ]IJcnorcs Capuchinos en Castilla, Madrid 1946, 190 ss. 14 Cf. ibid., 176 ss. 15 Cf. Manifiesto historial, f. 34. Es el mismo que tanto trabajó por la re– forma de los estudios en España. Cf. BUENAVENTURA DE CARROCERA, Necrologio, 32-33; lDEM, Un capítulo de la historia de la filosofía en España. La obra filo– sófica del Capuchino P. Francisco de Villalpando, en Estud.Franc. 49(1948) 56- 78. 379-389.
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