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(33) LOS CO!\"VENTOS DE RETIRO I,"\ LA ORUE!\" CA.I'UCHI!\"A 159 la contiPn<la, pues la observancia regular y una vida de rnayor perfeeción no han de triunfar con la violencia ni eon escánda– los. Por consiguiente, el 2 de enero de 1762 se ¡>resPntaba aquél a la definición provincial reunida; eon lealtad y sencillez ma– nif es taha haher ohra<lo siempre con buen fin y recta inteneión; pero puesto que hahía sido causa, aunqut> involuntaria, de tan– tas inquit>tudes, f:ie rt'Lraeiaha y se retiraba, rogando le perdo– naran, si en algo bahía faltado·'''. f:ste fué el dt>senlaee de aquel episodio. La interwnción enérgica y <lt'cisiva de las autoridades civiles en un asunto ecle– siástico y religioso denota una ¡wligro,;a ingerencia. euyos amar– gos frnLos se recogerían más tarde. Por otra parte, la incondi– cionada, pronta y leal sumisión de los partidarios dPl ef;tahle– cimiento del convento de Retiro en la provincia de Lombanlía los honra y ennoblece; no eran unos ilusos, fanáticos y descon– tentos, comP alguien los tildaba; buscaban desinteresadamente y por fines .;uperiores el hien común y el bienestar espiritual de la provincia y la piedra de toque <le la trilmlaeión reveló los elevados quilates de su virtud. Provincia de Reggio Calabria No nos cabe la menor duda de (iUe el fracaso de b 1meiativa <lel convento de Retiro en Lomhardía produjo cierta desilusión al P. Pahlo de Colindres; pero ello no significa que dudara de la bondad y eficacia de sus planeb hasta f'l punto de pensar en abandonarlos. Tenía temple <le héroe y de santo y no se ahatía ante la,; dificultades y ante los fracasos. Una notieia inespera– da, que provenía del sur de Italia, le consoló de los sinsaho:res recibidos. Se recordará corno a fines de 1754, de retorno a su provincia de Rt'ggio Calabria, se detuvo en Roma el venerable Jesualdo de Reggio, conferenciando con el P. Pahlo acerca de varios problemas que le preocupahan'". Aquel enei:wntro, que no debió ser del todo ea.;ual, produjo huellas indelebles en el alma del joven Jesualdo, quien, amaestrado por la experien– cia, deseaba actuar en su provincia relígiosa un programa de vida común más perfecta y de una más fiel ohservancia regu– lar30. Así lo exponía al P. General, << cuya bondad y celo)) nunca 30 Las vicisitudes del establecimiento del convento de Retiro mermaron no– tablemente el prestigio del P. Miguel en la provincia de Lornbardía y acaso para vivir con más tranquilidad pidió el traslado a España. En 1776, realizando su ideal misionero, fué enviado a Nueva Granada como visitador de aquellas misio– nes; en 1781 fué nombrado obispo de Arequipa (Perú), tornando posesión en 1783; renunció en 1786, retirandose a vivir en el convento de los Capuchinos de Madrid (La Paciencia), en el que falleció santamente el 28 de febrero de 1792. Véase la bibliografía citada más arriba en la nota 17. 31 Véase más arriba, p. 60. 32 De los pormenores y vicisitudes del establecimiento del convento de Re– tiro en Calabria nos ocuparemos más por extenso en nna monografía de próxi– ma publicación sobre la fisonomía espiritual de su f:mdador el venerable Jesual•
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