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(19) LOS CONVENTOS DE RETllW EN LA ORDEN CAPlTC!IIN,\ 69 demás miembros del definitorio sohre el particular nos es del todo desconocida. Acabamos de ver que los Superiores de la Orden habían in– sinuado al Cardenal Protector la conveniencia de esperar la ce– lebración del capítulo general para pronunciarse definitivamen– te sohre la solución del prnblema. Y en efecto los capitulares convocados en Roma el mes de mayo de 1768 hubieron de ahor– darlo por dos rnolÍYos: primero, por el recurso que habían pre– Eenta<lo algunoR religioRos <le Calabria pidiendo que les ayudara a perseverar en la Pmpre::-a comenzada"'; y sPgundo, porque era -de todo ¡mulo indispensable dar una eontestación a los parti– darios <lP los eslahledmientos t'n España apoyados por lai-; auto– ridades nacionalei-; que geslionahan d asunto t'H Roma y habían consentido Pspnar hai-;la aquella fecha ante,; dP intnesar di– rectamente al Sumo Pontífice. Desde mucho antes, práctica– mente desde PI falleeimiento dd P. Pahlo de ColindreR ( 6 ju– nio 1766), se esperaba con ansia por unoi,; y otros esta aRamblea capitular, de la que podía dt->pernler el fraeaRo o el t'Xito favo– rable de la inieiativa. El 23 de oetuhre de 1766 el P. Gregorio de Zaragoza, seeretario µ;ent'ral, eEleri bfa al P. Juan de Zamora, guardián dt'l convento de Toro, la RÍguiente siµ;nificativa carta, que pone de manifiesto las do¡;, opuesta¡.¡ corrientes (1ue ihan a {·nfrentarse: << J\li R.P. Guardián y amigo: ... No lengo que decir entregu(: su carta al R.P. [Fidel de] Sanlurce, pues a esla hora ia ha·vrá V .C. reeihido su respuesta, y le havrá confirmado quauto dige en mi an– tecedente en el asunto de la continuaciún de el e,;LablPeimiento de ese convento, al n1e11os hasla el Capítulo general. No obstante, me temo que los Provinciales y Custodios repn:sPnlarán en él algunas di– ficultades para la permanencia. Y si los 1rnevo,- Superiort'g generales no serán de los amanles de la oh-ervaneia, o haian f'ido de los poco afeetos a N. Sto. General difnnlo. i10 chulo que darán por el pié a muchas fábricas o baluartP~ que para defender la pura observaneia sposta che se n'ebbe fu di poca consolazione, adducendo che quantunque ei non dormisse su tal impegno, le eircostanze erano tali che nulla si poteva promettere, perche sehhene il diffinitorio generale fosse contrario all'idea del Retiro, il su– premo trihunale era favorevole al Pre. Generale, il quale giudicava a se solo spettante una !al causa in vigore del passo delia Regola: del,bano e possano ri– correre ai rnoi ministri. Non si manco di replicare al prefato Pre. Bernardino col dargli tutle quelle notizie, ehe di giorno in giorno si andavano rilevando, po– ehissimc essendo quelle che la provincia avcr poteva da luí medesimo, a cui in Roma tutto veniva oceultato. Pressato egli perlanto dalle lettere del Pre. Provin– eiale, e molto piu dall"amore della propria provincia... si abhocco col Pre. Gene– rale. con cui ehbe lunga sessione sul punto che si dihatteYa; ma tullo iudarno, perché il Pre. Generale rispose a tulle le di lni ohbiezioni e addusse ragioni forti a favorire il suo impegno appoggiato ai doveri del suo uffizio, da cuí si tene,·a ohhligato in coseienza a proveder del eonvetito di Riliro i ricorrenti ,,. Cf. Cmn. pione della provincia di Lo111b11rdia II, 29. 4 ° Cf. GESI'ALDO nA Rr•:GGIO. Epistole II, 245-269.

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