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NOTAS l. «San Agustín y San Buenaventura. Las pruebas de la existencia de Dios», Agustin.us, 19 (1974), l 97-219; «Presencia de San Agustín en fray Juan de los Ángeles» , lbíd., 25 (1980), 209-225; «Tres últimas investigaciones sobre San Agustín», lbíd., 28 (1983), 419-426; «Nota bibliográfica agustiniana»,/bíd., 31 (1986), 391-401; «Dialéctica platónica y encuentro personal en la conversión de San Agustín», /bíd. , 32 (1987), 191-203 ; «El pensamiento cristiano de hoy ante San Agustín», en J. Oroz Reta, San Agustín.: Meditación. de un cemenario, Salamanca, 1987, 127-145. 2. «Relación entre ejemplarismo y cultura en la concepción agustiniana de la historia», Estudios Agustinicmos, 3 ( 1968), 553-562; «El agustinismo político a la luz del concepto de naturaleza en Suárez», Cuadernos Salmantinos de Filosofía, 7 (1980), 107- 119; «El agustinismo de Juan Lui s Vives»,/bíd., 13 (1986), 99-111 ; «El factor ético en la visión agustiniana de la historia de Roma», La ciudad de Dios, 186 (1973), 333-354; «Comentario breve a la breve cuestión De ideis, de San Agustín», lbíd. , 22 (1987), 259-271; «El agustinismo medieval en perspectiva histórica», lbíd., 220 (1987) , 507- 524. 3. Cf. «Comentario breve a la breve cuestión De ideis .. », art. cit. 4. C. Faustum manich., 32, 18 PL 42,507. 5. Cf. Naturaleza y Gracia, 8 (196 1), 325. 6. «Hacia una interpretación de las grandes síntesis del pensamiento cristiano», Salmanticensis, 18 (1971), 313-350. 7. Lo santo, trad. española, Madrid , 1978. 8. L ' évolution inrellectuelle de Sai/11 Augustin. !: Du manichéisme au Néoplatonisme, París, 1918. 9. Christianisme et Néoplatonisme dans la formation de Saint Augustin, París, 1920. 10. Véase «Dialéctica platónica y encuentro personal en la conversión de San Agustín», art. cit. 11. Véase mi artículo «La conversión en los primeros escritos: El retorno a Dios en Casiciaco», en Augustinus 35 (1990), 5-29. 12. Ver, sobre todo, pp. 193-1 96. 13. Canjes., 10, 27, 38. 14. Banquete, 211 A-B. 15. Canjes. , 1, 1, l. 16. Augustin.u.s und die Stromungen der Gegenwart, Sttutgart, 1924. 17. Cf. M. Verheijen, Eloquen.tia pedisequa. Observations sur le style des «Confessions» de Saint Augustin, Nijmegen, 1949, 11-21. 18. Cf. «El pensador cristiano de hoy ante San Agustín», art. cit. 19. l bíd., 145. 96/ANTHROPOS 122/123 ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN ANÁLIS IS TEMÁTICO La reconocida deuda del profesor Rivera de Ventosa con Santo Tomás Eudaldo Forment Rivera de Ventosa ha recibido la influencia de Santo Tomás en el aspecto vital y en el doctrinal. En el primero, le ha seguido en el amor a la verdad, la cordialidad y la me– todología (búsqueda de la unidad, orden y sentido crítico). En el otro, en un cierto «cli– ma» (ejemplarismo, contingentismo, y con– gruencia de gracia y naturaleza) y en la «sapientia cordis». En la ya clásica Historia de la Filosofía Espa1íola, el conocido hispanista francés Alain Guy, en el apartado dedicado al profesor Enrique Rivera de Ventosa, in– dica que este erudito filósofo español es «en primer lugar un renombrado histo– riador de la filosofía medieval, y, en este aspecto, sigue a Gilson. A él se deben numerosos artículos sobre San Agustín, San Buenaventura, Santo Tomás, Duns Escoto, San Francisco de Asís y Joaquín de Fiore». Añade, igualmente con gran acierto, que: «Rivera es también un pen– sador muy personal». 1 No obstante, debe tenerse en cuenta que su innegable originalidad no ha im– posibilitado la asunción de actitudes y doctrinas de los autores que ha estudia– do. Uno de los que es muy clara su in– fluencia es Santo Tomás, tal como el mismo Rivera ha declarado en repetidas ocasiones. Su deuda intelectual con el aquinate lo es en un doble aspecto: vital y doctrinal. En su vida de filósofo cristiano ha se– guido al Doctor Angélico, en primer lu– gar, en el amor al estudio. En este senti– do, le gusta citar el pasaje del primer ca– pítulo de la Summa Contra Gentes, en donde de la afinnación de que «el primer autor y motor del universo es el entendi– miento» se infiere que: «el último fin del universo es el bien del entendimiento, que es la verdad». 2 El fin último del uni– verso es, por tanto, la verdad. La persona creada, por su ser partici– pado en mayor grado que en los demás entes creados, es, según Santo Tomás, «imagen de Dios,3 y lo es, por consi– guiente, en su naturaleza racional. Y así, para que estos entes intelectuales alcan– cen su bien, y con ellos el universo como totalidad ordenada, ya que «todas las criaturas corporales inferiores muestran

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