BCCCAP00000000000000000000451

flujo en mi vida mental ha sido esta otra circunstancia, tan ligada a mi vida ínti– ma. Ciertas lecturas, pensadas y repensa– das, han ido creando mi clima mental durante estos largos años. Cuatro mo– mentos señalo en esta circunstancia por cuanto advierto en ella como una suce– sión cronológica, nada rígida y con múl– tiples interferencias, pero que la creo muy significativa. Estos son los cuatro momentos aludidos: forja de mi pensa– miento cristiano; apropiación del perso– nalismo; la fenomenología como méto– do complementario; mi visión cristiana de la Historia. 1) Forja de mi pensamiento cristia– no. Una niebla tenue, que no me dejaba ver con claridad, envolvió mis años uni– versitarios en tomo al pensamiento cris– tiano. Entiendo por tal un pensamiento que, sin renunciar a ningún logro de la razón, asume igualmente todas las ver- Universidad de Salamanca dades propuestas por la revelación, ex– plícita o implícitamente. Llegué a la Universidad cuando aún se sentía el res– coldo de la disputa de 1931 sobre la real o supuestafilosofía cristiana. El encon– tronazo de E. Gilson con E. Bréhier me dio mucho que pensar. Negaba éste hasta la posibilidad de una filosofía cristiana. Su existencia la afinnaba rotundamente E. Gilson. La fundamentaba en el influjo profundo que de hecho ha ejercido la re– velación en el desanollo del pensamien– to europeo. Este influjo lo expuso en L' esprit de la philosophie médiévale (París, 1932, ed. revisada en 1944). Años después E. Gilson publica L' étre et l' essence (París, 1948). Con ri– gor histórico hace ver que en la filosofía de Occidente se han dado la mano la me– tafísica de la «essentia» y la metafísica del «esse». Son dos metafísicas muy dis– tintas. La de la «essentia», que es la de 64/ANTHROPOS 122/123 ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN AUTOPERCEPCIÓN INTELECTUAL Aristóteles, pone en relieve la necesidad absoluta, ínsita en los diversos órdenes de la realidad. Da la clave a esa categoría histórica que ha sido llamada «necesita– rismo griego». Pues si por la esencia el ser es lo que es, el que de hecho venga a ser real, y no persista eternamente en ser meramente posible, se lo debe al «esse». Con razón Tomás de Aquino repite que el «esse» es «pe1fectio pe1fectionum». Acaece, con todo, que este «esse» es pura donación de Dios. De lo que justamente deducimos que la metafísica del «esse» es una metafísica de la contigencia. Como esta donación de Dios la pone muy en relieve la revelación con la «creatio ex nihilo», bien podemos considerar la me– tafísica del «esse» como la metafísica del contingentismo cristiano frente al necesi– tarismo griego de la «essentia». Estas mis ideas metafísicas, obteni– das en la meditación sosegada de la obra de E. Gilson, L' étre et l' essence, consti– tuyen hoy uno de los núcleos centrales de mi pensamiento cristiano. Me siento con ellos en una meseta espiritual, desde la que me parece divisar los hondos pro– blemas de nuestro pensamiento de Occi– dente en su desarrollo histórico. Ha sido tema de mis cuarenta años de estudio y de docencia. Bien significativo es que mi primer cursillo en la Universidad Pontificia, febrero de 1953, versara so– bre este tema. 2) Hacia una concepción personalis– ta. Otro fastidio de mis años universita– rios fue la cuestión, tan traída y llevada por tomistas y suarecianos, sobre si es posible el conocimiento directo del sin– gular. Opté siempre por la afirmativa, muy acorde con la inspiración de casi toda la escuela franciscana. Pero mi fas– tidio provenía de que los razonamientos sobre el conocimiento del singular nun- ca acababan en explicamos los modos y maneras de acceso al mismo. Lo con– creto y lo personal quedaban siempre en la sombra. Insatisfecho con esta carencia de mé– todo para acceder a lo personal, los ojos se me iban hacia la poesía y el arte, siem– pre en acoso de lo singular para ofrecerlo después a la vista. En esta tensión interna me hago cargo, hacia 1960, de la gran li– teratura filosófica que en el centro de Eu– ropa se estaba publicando en tomo a lo concreto personal. Es cierto que la litera– tura existencialista, en sus precursores S. Kierkegaard y M. de Unamuno, había señalado las vías de acceso a la persona. Debo confesar que las intuiciones una– munianas, desde ese año 1960, me han estado siempre presentes. Pero más pró– ximos a mi pensamiento cristiano me im– pregnaron de esta temática autores tan conocidos como Max Scheler, F. Ebner, R. Guardini, G. Marcel, M. Nédoncelle, M.F. Sciacca, etc. En lugar destacado debo recordar a E. Mounier, presente en mí sobre todo por su proclama: Manifeste au service du personalisme (París, 1936). Entre los españoles debo mentar a dos médicos pensadores: J. Rof Carballo y P. Laín Entralgo. Largas horas de deli– cia mental he pasado leyendo a estos au– tores con los que he sintonizado honda– mente. Recuerdo, como muestra, el ca– pítulo de Teoría y realidad del otro en el que Laín Entralgo comenta la parábola del Buen Samaritano con este epígrafe: «Encuentro ejemplar». Cuánto dice esta categoría del encuentro en torno a la persona sobre lo que dijeron las catego– rías históricas de Aristóteles y de Kant. 3) La fenomenología como método complementario. Educado en la escolás– tica, he amado y practicado su método. Con él he querido dar claridad y preci– sión a mi mente. He hecho mío este pon– derado juicio de X. Zubiri: «La riqueza y precisión infinitesimal del vocabulario escolástico constituye uno de los tesoros que es más urgente poner en rápida circu– lación» (Naturaleza , Historia, Dios, Ma– drid, 1963, p. 127). Algo, sin embargo, no me iba con el método escolástico. Lo hallaba demasia– do abstracto, demasiado «lógico». Y un poco alejado de nuestro inquieto vivir. Mi mente buscaba también clarificarse en este punto. Tres instancias me han in– fluido. La primera incidió en mí durante mis años universitarios. Fue la distinción de H. Bergson entre el «horno faber» y «horno sapiens», entre «le tout-fait» y «la durée», entre el concepto y la intui– ción. La asumí sin su radicalismo berg– soniano, según luego diré. Percibí la ne– cesidad de aunar los conceptos universa– les con las diversas formas de intuición que nos acercan a la vida. Contra lo que

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz