BCCCAP00000000000000000000451

ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN ra y efectiva, apoderarse del ejercicio y de los productos de la razón. Basta abrir cualquier repertorio serio de filosofía para poderlo comprobar. ¿Tendrá hoy la filosofía por misión ser el resonador o servir de eco a los dos grandes poderes del momento: el político y el económico? Mi respuesta decididamente negati– va me hace recordar de nuevo la tesis de M . Heidegger sobre la necesidad de hacer añicos la amenazadora tenaza: «durch die Entfaltung neuer geschicht– lich geistiger Kréifte» (p. 29) -por el despliegue de nuevas fuerzas histórico– espirituales-. Reiteradamente he seña– lado cuáles son estas fuerzas espirituales de la historia. Y ahora ya al final de la ex– posición de este mi proceso histórico, debo proclamar de nuevo que en mimen– te brilla la estrella del pensamiento cris– tiano, que tiene su cúspide en el amor– agápe, nudo espiritual de cielo y tierra en torno a Cristo Jesús: cristocentrismo. Esta es para mí la gran fuerza espiritual del futuro; el ancla firme que impedirá que la nave humana vaya a la deriva. Debería cerrar aquí mi presentación. Pero no me es posible concluir sin testi– moniar a los discípulos que me han de leer cómo han estado presentes, cual guiños de estrellas, en la noche quieta de mi espíritu. Ya saben lo mucho que de ellos espero. Y resaben que veo el porvenir del pensamiento cristiano en sus manos, abiertas a otras muchas que comulgan en el mismo ideal y sin repul– sa de nadie. Y no hago con esto referen– cia preferente a mis discípulos claustra– les. Por motivos resabidos --el número en primer término- con el Vaticano II me he vuelto con decisión hacia mis mu– chos discípulos seglares. Ellos y ellas han de lograr que el Lagos Eterno, «luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo» (Jn, I, 9), ilumine las oscu– ras conciencias de tantas almas angustia– das que, a tientas, van hoy en busca de una firme asidero. La historia del futuro se halla in nuce en estas conciencias, de las cuales ha de salir la más efectiva di– námica de la historia del futuro. Como pensadores cristianos sabemos que si Cristo es Principio y Fin, Alfa y Omega, el futuro es nuestro. A tan noble causa contribuyamos con el don que hayamos recibido. Y ahora, al terminar de exponer mi <1orma mentís et vitae», según mi pro– mesa, no se me ocurre nada mejor que hacer míos los delicados versos de Ama– do Nervo, tanto en lo que tienen de histo– ria como en lo que tienen de programa: Finé mi humilde siembra; las mieses en las eras empiezan a dar fruto de amor y caridad... AUTOPERCEPCIÓNINTELECTUAL MI BIOGRAFÍA AL FILO DEL TIEMPO l. Actitudes mentales Indicados los ideales claves de mi <ifor– ma mentís et vitae» en la primera sec– ción, me toca en esta segunda señalar, al filo del tiempo, cómo he ido hilando esta mentalidad en la rueca diaria de mi traba– jo. Paso, pues, de la esencia de mi vida a la anécdota. Ésta, algo de suyo inédita en sentido etimológico -an-ek-dotos-, por referirse a eso que es único y singu– lar, la damos aquí como trasunto y cifra de aquella esencia. Lo cual explica que en su múltiple variedad haya sido aquí reseñada. De máxima importancia juzgo en este primer momento dar a conocer las tres actitudes mentales que me han guiado e incitado en mi labor intelectual. Primera. He juzgado que la vida inte- re». Consciente de ser este método un claro camino para mí, me he adentrado por él. Mi estima creciente del uso litera– rio del «nosotros» --excepto en exposi– ción autobiográfica, como es obvio– tiene su secreta raíz en haberme sentido, en la empinada ruta del saber, aliviado por la mutua colaboración. Segunda. He mantenido una reflexiva preocupación por la metodología cientí– fica desde los 17 años hasta este otoño de mi pensar. Mi profesor de Teodicea, más conocido en el campo de la Misio– nología, Pío de Mondreganes, me hizo ver su importancia en mi ac(;eso inicial a la filosofía. Muy luego, en hora feliz, cayó en mis manos la obra de S. Ramón y Cajal, Reglas y consejos sobre inves– tigación científica (Los tónicos de la voluntad). Dirigida a quienes se inician en la medicina, la hice mía en lo por mí asimilable. Inolvidables sus consejos: Enrique Rivera de Ventosa con el padre Germán Zamora en el Museo de Arte de Pon,evedra. Septiembre de 1966 lectual es un perenne aprendizaje hacia una forma ción siempre en potencia pró– xima de ulterior madurez. He hecho mía la actitud de Sócrates. Con el pensador cristiano de este siglo, Gabriel Marcel, quien toleraba tan sólo que a su doctrina se la calificara de neo-socratismo cris– tiano, me siento cobijado bajo la bandera del socratismo. Para recordar aquí el en– cuentro de Sócrates con el joven Cármi– des, a quien habla con irónica benevo– lencia: «Si te place, /::8ÉAW CJKOTTELV µ€– Ta aoíJ --quiero investigar contigo-. A lo que responde gozoso Cármides: ci?l.?l.a návTwv µá?I.LaTa -pero si esto es lo me– jor (Cármides, 153 E). Como pensador cristiano, me viene a la mente uno de sus máximos pioneros, Anselmo de Aosta. En su obra, Cur Deus horno, al proponer ini– cialmente el método que va a seguir, ad– vierte a su dialogante que con él intenta: «non tam ostendere quam tecum quaere- v.g. sobre la hipótesis, cuyo valor ponde– ra así: «El que rehúsa escoger por guía a la hipótesis, tiene que resignarse a tomar el azar por maestro». En esta hora tardía de mi vida me acosan hipótesis por do– quier. Bien quisiera llegar a resolver al– gunas de ellas. Aun mayor impacto causó en mi men– te el subtítulo de dicha obra: Los tónicos de la voluntad. Nacido en la casa-escue– la de Ventosa de la Cuesta (Valladolid) y habiendo vivido siempre en escuelas de trabajo, los severos consejos del gran sa– bio me fueron norma. Recuerdo alguno: «Una obra grande, en arte como en cien– cia, es el resultado de una gran pasión». Y en otro pasaje: «El secreto para llegar es muy sencillo: trabajo y perseveran– cia». De influjo eficaz fue también que mi profesor citado me obsequiara con la obra de A.O. Sertillanges, La vie inte- 122/123 ANTHROPOS/37

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz