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ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN AUTOPERCEPCIÓN INTELECTUAL largamente a Teilhard. Básteme ahora ha– cer mención de uno de los momentos más iluminados y decisivos de su existencia. Tuvo lugar en medio de la feroz matanza por la conquista de los fuertes de Verdún. Como bracandier -camillero- toma parte en la lucha del fuerte de Douau– mont. En medio de aquel diluvio de fue– go y metralla, piensa que está celebrando su «misa» por el mundo en la que pide -y así lo presiente- que aquellos crue– les abrazos de muerte sean el preanuncio del abrazo definitivo de la paz en la que todos sean uno. No puedo menos de aco– tar de sus escritos uno de sus emotivos pasajes: «Recevez, Seigneur, cette Hos– tie totale que la Création... vous présente a l'aube nouvelle. Ce pain, notre effort, il n'est de lui meme.. . qu 'une désagréga– tion inmense. Ce vin, notre douleur, il n'est encore qu'un dissolvant breuvage. Mais, au fond de cette masse informe, vous avez mis... un irrésistible et sancti– fiant désir qui nous fait tous crier: "Seig– neur,faites-nous un"» («La messe sur le monde», en Hymne de l' univers, París, Seuil, 1962, p. 19). Ver en los hombres que se matan en las trincheras un signo y anticipo del fu– turo abrazo fraterno de todos los seres humanos es una santa genialidad o un idiota despropósito. Me place ponerme totalmente de parte de Teilhard y hacer mía su santa genialidad. Vemos en ella el mejor futuro del amor cristiano, ofren– dado por Teilhard en su misa como litur– gia sacra. El simpático y alegre bracan– dier del fuerte de Douaumont veía a la doliente humanidad camino del Punto Omega, en el que se realizará la reconci– liación y recapitulación de todas las co– sas -«anakephalaiosis»- en Cristo por el amor. Humano en primer término, pero también cósmico y universal. Halla– mos, pues, en este último apartado, la misma gran idea que en el precedente: el encuentro con el amor. Teilhard ha vivi– do este encuentro con hondura. Pero es menester aclararlo, pues debe ser esen– cialmente completado. Volvemos de nuevo a la neta dis– tinción de los dos amores, «éros» y «agápe». Recuérdese que la nota prima– ria del «éros» es ser un amor indigente, perenne deseo de llegar a poseer lo que le falta. Por el contrario, es propio de la «agápe» descender benévolamente por pura liberalidad, desbordando la propia plenitud. En ensayos comparativos entre el cristocentrismo de Duns Escoto y el de Teilhard, los escotistas han pondera– do sus innegables convergencias. Pero también sus divergencias. Soy de opi– nión que la más importante de estas di– vergencias se halla en el modo diverso de ver la función del amor dentro de su común cristocentrismo. La última cena, Salvador Dalí, 1955 En efecto; si recordamos que A. Ny– gren achaca a la teología y mística cris– tianas haberse dejado impregnar del ero– tismo pagano de Platón, tal vez ningún pensador cristiano adeuda más este re– proche que Teilhard. Él mismo afirma sentirse en línea con Platón, según escri– be en Le phénomene humain (París, Seuil, 1955, p. 294): «[la montée con– fluente des consciences] Platon l'avait déja senti, et inmortellement exprimé dans ses Dialogues». De hecho en sus largas descripciones de la cosmogénesis quiere hacer ver que la fuerza primaria, «l'élan vital» con término bergsoniano, es el amor-éros, actuando en plenitud con sus dos notas aparentemente contra– rias de indigencia y omnipotencia. Por indigente lo quiere todo. Y todo al fin lo logra por ser omnipotente. De nuevo nos vemos forzados a un acotamiento de Teilhard, que tomamos de la obra citada, Le phénomene humai– ne: «L 'Humanité; !'Esprit de la Terre; la Synthese des individus et des peuples... pour que ces choses dites utopiques, et pourtant biologiquement nécessaires, prennent corps dans le monde, ne suffit– il pas d'imaginer que notre pouvoir d 'aimer se développe jusqu' a embrasser la totalité des hommes et de la Terre?» (p. 295). De un amor éros biológico hu– mano, cósmico se nos habla aquí. Es portador de un insaciable anhelo de lle– gar a la meta del abrazo universal. Ya sa– bemos que ese abrazo universal se ha de realizar en el Punto Omega, que es Cris– to. Justamente, pues, merece este siste– ma el apelativo de cristocéntrico. Por todos los informados sobre Teil– hard es sabido de qué duros reproches ha sido objeto a causa de su biologismo que parece exigir la Encarnación del Verbo para que Cristo venga a ser el Punto Omega de la atracción cósmica. No es el momento de entrar a fondo en campo tan vidrioso y fundamental de la teología. Para mi propósito de confr~mtar a Teil– hard con Duns Escoto, me basta advertir que si el sistema teilhardiano tiene por uno de sus goznes el amor «éros», el cristocentrismo de Duns Escoto tiene por dovela clave de su n::ejor arco el «amor liberalis», por el que Dios se co– munica en total gratuidad. Para ese amor hoy nos place utilizar el vocablo neotes– tamentario «agápe». Ya en comentario a este amor libera/is de Duns Escoto es– cribí en mi estudio ya citado, «Hacia una fenomenología del amor en el pensa– miento de J. Duns Escoto». «Desde esta cumbre metafísica Duns Escoto otea, en cuanto le es posible, el rn.:sterio de las actividades y comunicaciones divinas. En este instante ve en Dios un agente que actúa "ex plenitudine perfectionis". Un agente que obra de modo exclusivo en virtud de su amor libera/is» (p. 303). Siento en verdad que los mismos es– cotistas, al meditar en el cristocentrismo de su maestro, se hayan detenido con rei– terado esfuerzo a comentar los conoci– dos pasajes de la Ordinatio, III, 7, 3 y de los Reportata, III, 7, 3, en los que el gran doctor expone el plan de Dios sobre la creación y los sucesivos signos mentales que pueden distinguirse en dicho plan, pero que no hayan puesto en relieve el principio fontal de donde Duns Escoto extrae su gran enseñanza. Este principio lo enuncia en forma amplia, que abrevia– mos en estos precisos términos, tomados del mismo: «Principium activum simpli– citer perfectum agit ex plenitudine per– fectionis et dicitur agens ex liberalitate» (Ordinatio , I, d. 11, p. 11, n. 234. Obras.. ., BAC, Madrid, 1970, p. 48S). Según esto Duns Escoto contempla a 122/ 123 ANTHROPOS/35

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