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PROCESO DE ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN Entiende su autobiografía como forma mentís et vitae. Su proyecto consiste en 'hacer la verdad' -'en el amor'– 'recapitulándolo todo en Cristo'. Cada una de estas frases constituye un tema de su itinerario vital Autobiografía intelectual MI FORMA MENTIS ET VITAE En un texto de San Pablo veo adensadas tres ideas claves de la forma mentís et vi– tae que he cultivado a lo largo de mi pro– ceso histórico. Se halla este texto en la Carta a los Efesios, IV, 15. Por su inci– dencia en mi autopercepción intelectual lo damos en las dos lenguas que me han dado a conocer el hondo pensamiento del apóstol. Esto he leído en el original texto griego: cL\:r¡8EÚOVTES' 8lo ev a.yámi m'.i6íCYwµi::v ELS' UIJTOV Ta rrávTa os fonv ~ KEq>aA~ , XpwTÓS. La traduc– ción de la Vulgata, perenne ritornello en mi vida intelectual dice así: «Veritatem autemfacientes in caritate, crescamus in illum per omnia, qui est caput Christus». Tres son, pues, las ideas claves que he leído en este texto y sobre las que tanto he reflexionado: 1) Hacemos la verdad; 2) en el amor; 3) recapitulándolo todo en Cristo. Imprescindible me es, en esta ober– tura a mi autobiografía intelectual, expo– ner brevemente estas ideas y dar una perspectiva del influjo que han tenido en mi pensamiento cristiano. l. Cómo he ido haciendo mi verdad La primera de las ideas que he asumido del apóstol: «hacemos la verdad», ha suscitado en mí uno de los historiales de que tengo conciencia más clara. Cuatro momentos distingo en este historial. De ellos me siento satisfecho por parecer– me que ha sido un ir de claridad en clari– dad hacia una ulterior plenitud. En lo– grarla seguiré trabajando, si el tiempo me lo concede, no siempre «galantuo- ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA AUTOPERCEPCIÓN INTELECTUAL DE UN PROCESO HISTÓRICO Doctor Enrique Rivera de Ventosa mo», como dicen los italianos. Aquí dejo constancia de estos cuatro momen– tos porque pudieran dar punto de apoyo a ulteriores investigaciones. El primer momento de mi hacer la verdad transcurre en los días de mis es– tudios universitarios, iniciados en 1939. Es de advertir que al comenzar dicha dé– cada tuvo lugar una ruidosa polémica en torno a la existencia de una filosofía cris– tiana. Mi Universidad Gregoriana no tomó parte directiva en la misma. Pero decididamente optó por una filosofía sin más, asépticamente pura. Extraña, por lo mismo, a exteriores injerencias. Seguía el modelo de filosofía propuesto por Santo Tomás, al fundarla éste exclusiva– mente en la razón. Uno de mis profeso– res, Paolo Dezza -miembro del tribunal en mi examen de licencia- , llega a juz– gar contradictoria la fórmula filosofía cristiana, pues si es filosofía no es cris– tiana y si es cristiana ya no es filosofía, según anoto y comento en mi estudio: «Sabiduría y filosofía en su significación histórica e ideológica», Naturaleza y Gracia, 3 (1956), 181 ss. Por mi parte, en la inicial reflexión sobre el tema me inclinaba ya entonces por la solución histórica de E. Gilson, tal como la pro- 122/123 A \JTHROPOS/17

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