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INFORMES Y BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA nal en este campo. Contra interpretacio– nes inadmisibles hay que decir que Espa– ña tiene el mérito de haber eliminado el racismo dando paso al mestizaje. Pero es– tuvo vacilante, tanto en el plano de las ideas como en el de los hechos, entre tres modos de organizar la colonización de los indios; en encomiendas, sometidos direc– tamente a la corona o en reducciones. Las Casas combatió las encomiendas por sus injusticias. Pero no propuso otro remedio que el sometimiento directo de los indios a la corona, lo cual tal vez hubiera sido peor. Las reducciones, iniciadas pronto, no dieron la pauta a la organización colo– nial hasta más tarde. Y no siempre se vio en ellas que debían ser un método eficaz para llevar al indio a la plena civilización. Concluía mi conferencia anotando que la obra de España en América quedó un poco a medio hacer. Como el gran templo de la Sda. Familia, honra de esta Barcelona. Nos toca, por lo mismo, a los que venimos en pos la grata tarea de completar aquella obra. Terminó este segundo encuentro de profesores de filosofía hispanoamerica– na con una Mesa Redonda. Se le propuso cuestionara este tema: «Hispanoaméri– ca. Problema y realidad». Intervino en primer lugar el ya citado prof. de la universidad de Salamanca, An– tonio Heredia, el cual se encaró frontal– mente con el tema, subrayando que toda filosofía por sí misma es una realidad pro– blemática. Cuánto más lo ha de ser enton– ces la filosofía iberoamericana. Es, con todo, muy de notar que nunca se da una fi– losofía en sí, sino que toda filosofía, y más en concreto la filosofía hispanoamericana, no se hace sin un sopmte cultural. Ahora bien; si el soporte cultural español es muy rico por su larga historia: de ibérico pasa a románico y durante siglos tiene una larga línea fronteriza con el Islam, Hispano– américa, por el contrario, es obra de los úl– timos 500 años, en los que domina el in– flujo hispánico, que se hace sentir hasta en los nombres de Latino-América, Ibero– américa, Hispano-américa. Ello motiva que, pese a sus grandes diferencias y di– vergencias, los hispanoamericanos tengan un fondo político-social muy semejante, debido en gran parte al idioma común, cargado de connotaciones culturales. Nunca, sin embargo, debiera olvidarse que antes que americanos o españoles so– mos todos hombres en deuda con aquellos que nos enseñaron a pensar. Desde esta perspectiva otros influjos se han incorpo– rado al español en Hispanoamérica. Siguió a esta inte~ención la del Dr. F. López Frías, prof. de Etica y Filosofía Polí– tica en la Universidad de Barcelona y miembro de la AAPS del Instituto de Coo– peración Iberoamericana. Hizo ver que nuestras guerras civiles, la de nuestro siglo y la de 1808-1813, junto con las otras, no deben interpretarse como un mero levanta– miento militar, sino como un enfrentamien– to de las dos Españas, escindidas primaria– mente en sus hondas convicciones huma– nas y políticas. Llegó a tanto la disensión que se hizo sentir en plano popular de la costumbre, llegándose en casos como el de Larra, al juzgar al costumbrista un resenti– do, según testifica Mesonero Romanos. Sin duda alguna, esta escisión nunca llegó a ser tan acre como en Hispanoamérica. Pero las causas de esta diferencia con la metrópoli han de ser ponderadas ulteriormente. Cerró las intervenciones Antonio Mar– zal, prof. de la Escuela Superior de Admi– nistración y Dirección de Empresas y re– dactor de La Vanguardia. Cuestionó nues– tra propia identidad al pedirnos que seamos europeos desde Europa. Esta bús– queda de la propia identidad se hace más problemática para Hispanoamérica, la cual desde su instalación autóctono-indígena pasa por las etapas de la colonización, re– publicanismo hasta la etapa actual. Dentro de esta última etapa el indigenismo moder– no quiere hacer sentir que se preocupa, no tanto de interpretar, cuanto de crear. Pero acaece que un cierto misticismo social, en vez de contribuir a desvelar la realidad, tienda más bien a velarla. Y esto desde los tiempos en que el P. Ruiz de Montoya tra– taba de romper los lazos con la economía nacional en sus reducciones de Paraguay hasta la actual teología de la liberación. En el diálogo que siguió a estas inter– venciones el prof. Raúl anotaba que las culturas hispánicas se hallan muy pre– sentes en los problemas sociales de hoy. Sobre todo subrayaba que el choque tan conflictivo entre pueblos y culturas no tiene otra solución eficaz y humana que el mestizaje. Es esta, por otra parte, la so– lución típicamente iberoamericana. El prof. A. Guy hizo notar justamente la presencia de otros influjos en América, especialmente, por lo que toca a Francia, la Ilustración y grandes pensadores como H. Bergson, J. Maritain, etc... A mi vez, comenté que las dos Españas, de las que se había hablado, no parece que estu– vieran tan distantes en las doctrinas como en los hechos, como lo prueba que el de– mócrata Castelar viera en el ideal revolu– cionario: liberté, égalité, fraternité, una fruta social madura del Evangelio. Finalizó estos coloquios el coordina– dor del curso, E. Forment, mostrando su satisfacción por lo logrado, que se anun– cia semilla de cosechas futuras para el pensamiento iberoamericano. Por mi parte, al evocar los gratos días barceloneses de nuestro encuentro, con– cluyo esta fría.reseña con el cálido elogio de Don Quijote a Barcelona, al declarar– la: «archivo de la cortesía... correspon– dencia grata de firmes amistades, y en si– tio y en belleza, única» (Pmte II, c. 72). 122/123 ANTHROPOS/143 El pensamiento español contemporáneo y la idea de América* Caraal92 No se trata de un alarde editorial por ser el estilo de la casa. Pero es de justicia ad– vertir que obras como ésta honran nues– tra producción nacional librera. Sobre el contenido recogemos la indi– cación que en el epílogo de la misma nos da uno de sus coordinadores, A. Mon– clús: «[Estos dos volúmenes] han sido un intento más, importante aunque no único, de investigar un campo funda– mental del análisis de las ideas contem– poráneas en España en relación con el tema de América» (II, p. 681). El inciso «importante, aunque no único» peca de modesto, pues la gran amplitud temática hace que la obra se halle en vanguardia. Más de a~uerdo estamos en que la llame «intento». Bien pudiera traducirse este intento en presentación de un programa cm·gado de futuro. Para que este futuro llegue a encarnarse en investigaciones plenamente maduras, escribimos estas líneas de comentario. Al que añadimos una crítica, que deseamos sea potencia– dora de los altos valores de obra tan inci– tante y tan necesitada de complemento. En dos partes se divide la obra volu– minosa. La primera estudia el pensa– miento de los intelectuales que desde Es– paña se han asomado con preocupación -a veces con cariño-- a la ingente pro– blemática americana. Sus reflexiones se nos dan en el primer volumen de 400 pá– ginas. En el segundo, de casi 700, se nos ofrece la segunda parte, que expone el pensamiento de intelectuales eminentes que se desterraron a América por exigen– cias de una hora trágica. Los nombres de la primera parte son los siguientes según sus peculiares tendencias: 1) La conser– vadora de E. Giménez Caballero, el grupo de la Rábida y P. Sáinz Rodrí– guez. 2) La oficialista del Instituto de Cultura Hispánica. Y dentro de ella, la tendencia que evoluciona hacia una vi– sión y praxis más liberal y comprensi– va, representada por P. Laín Entralgo, A. Tovar y Ruiz-Giménez. 3) El pensa– miento independiente de J. Marías y M. Lazcano. Se nos ofrecen aquí unas monografías de estos intelectuales, en ocasiones muy logradas. Pero, más de una vez, al mar- * José Luis Abellán, Antonio Monclús (coords.), l. El pensamiento en España desde 1939. 11 El pen– samiento en el exilio, Barcelona, Anthropos, 1989, 400 pp. y 688 pp. Recensión de E. Rivera de Ventosa (27 de marzo de 1991).

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