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ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN gráfica de D. Marcelino, hallándola en la síntesis orgánica y plenificadora de clasicismo y romanticismo. 23 Siglo XX: Numerosos trabajos ha dedica– do nuestro autor a estudiar el pensamien– to filosófico español de este siglo, consti– tuyendo su núcleo favorito el formado por Unamuno, Ortega y Zubiri. No es que comparta todas las ideas de estas cumbres de nuestra historia filosófica contemporánea, pero las juzga grandes y fructíferas adquisiciones del pensamien– to no ya español sino universal; hasta el punto de convertirse en su defensor fren– te a ciertos núcleos eclesiásticos de (lla– mémosle) estricta observancia. 24 Vamos a presentar brevemente sus trabajos so– bre Ortega y Zubiri, pues en estas mis– mas páginas hay un artículo dedicado ín– tegramente a estudiar su aportación al conocimiento de Miguel de Unamuno. Refiriéndonos al primero, es raro el tra– bajo de nuestro autor en donde no apa– rezca mencionada o desarrollada, critica– da o asumida, alguna que otra idea orte– gu iana. A quienes en los años cincuenta definían la autoridad como «la concien– cia individual y social, en tanto que rec– tora de la vida de los pueblos», opone el Prof. Rivera la doctrina orteguiana de La rebelión de las masas; 25 pone asimismo de manifiesto algunas diferencias sustan– ciales entre Ortega y el existencialis– mo;26 se identifica con el filósofo madri– leño en que «las ciencias particulares nos empujan hacia los problemas últi– mos» y «los problemas últimos de las ciencias son los problemas primeros de la ciencia de Dios», pero considera radi– calmente falsa su tesis de que la filoso– fía surge sobre los escombros de la tra– dición, echándole en cara el no haber sabido comprender el sentido de la san– tidad cristiana; 27 se apoya casi exclusi– vamente en Ortega para hablar de la mi– sión actual de la filosofía, pero al mis– mo tiempo deja sentado que la filosofía, como visión sintética de la realidad, no se halla por el camino orteguiano. 28 Ha reflexionado sobre cómo ve Ortega la historia y el futuro de América, así como sobre su visión de las grandes cri– sis de la cultura occidental, tal vez el mejor estudio orteguiano de E. Ri– vera.29 Ve un acierto la consideración que hace de la «crisis» tomándola como categoría histórica, finalizando su estu– dio con estas palabras: «Si en el análisis de las tres grandes crisis de nuestra cul– tura (las del mundo antiguo, medieval y moderno) Ortega puede ser discutido en más de un detalle y exigírsele en ocasio– nes un riguroso complemento, no pue– de, con todo, ponerse en duda que nos ha ofrecido un grandioso panorama, punto de partida de una gran filosofía de 126/ANTHROPOS 122/123 ANÁLI SIS TEMÁTICO la historia de nuestra cultura occiden– tal». Donde el Prof. Rivera pone más re– paro es en dar como solución a la crisis actual la concepción orteguiana de la razón histórica; nuestro autor ve esta cuestión de modo diferente, con proble– mas que piden un planteamiento más amplio que el propuesto por Ortega. El pensador español de más alta esti– ma ante el Prof. Rivera y al que sigue estudiando con tenso interés, es Xavier Zubiri. Tuvo con él varios encuentros en su conocido Seminario madrileño, y conserva como oro en paño varias obras que le envió dedicadas. No comparte to– das las opiniones de la que juzga gran metafísica zubiriana, pero reconoce que su concepción de la religación, tal como lo ha explicado en su obra póstu– ma (Hombre y Dios) , es una cima del pensamiento cristiano de este siglo. El último trabajo que el Prof. Rivera ha de– dicado a Zubiri está aún inédito, y se re– fiere al contraste que éste propone entre lo «teologal» (ligado a la vivencia reli – giosa) y lo «teológico» (mera especula– ción racional sobre Dios). 4. Conclusión No he agotado ni de lejos el tema. Mu– cho habría que decir sobre su apoyo a la construcción del hispanismo filosófico en Salamanca y en otros lugares de nuestra geografía y del extranjero. Hu– biera sido igualmente interesante pre– sentar una muestra de sus opiniones so– bre Iberoamérica y sobre tantos y tantos filósofos españoles de nuestra hora. Pero lo dicho basta para comprender el valor y peculiaridad de un pensador franciscano e hispanista. ¿Reparos? Quizás un excesivo aprovechamiento para su causa de las figuras que estudia, descoyuntándolas a veces. ¿Resultado? Una formalización cristiana de la histo– ria filosófica de España hecha a la altura de nuestro tiempo. Reparo y resultado que hablan por sí de la grandeza y mise– ria de un hispanismo filosófico hecho desde la vertiente eminentemente teóri– ca de una filosofía y teología de la histo– ria. ¿Pero se puede hacer historia de otra manera, y que merezca el nombre de tal? Al lector dejamos la palabra, no sin advertirle que acaso su respuesta esté también matizada por una filosofía y teología de la historia... Lo importante es tener la virtud de exponerla con la sinceridad, tolerancia, respeto y rigor de nuestro autor. NOTAS 1. Cuadernos Salmantinos de Filosofía, XI (1984), 6. 2. El tema de la paz en Erasmo y Vives frente a la escuela de Salamanca (1986), 378-380. 3. Colisión de ideas en el siglo XVIII español (1983),42. 4. Op. cil., en nota 1, pp. 381-382. 5. El aguslinismo de Juan luis Vives (1986), 110-111. 6. El diálogo de Zubiri con la melafísica clásica (1976-1979), 347. 7. De Kam a Sa1110 Tomás (1975), 584. 8. El aguslinismo polí1ico a la luz del concepto de naruraleza en Suárez (1980), 115. 9. Idem., 117-119. 10. Acercamiento de /a filosofía a Santa Teresa (1982), 276. 11. Idem., 270. 12. Presencia de San Agus1ín en Fray Juan de los Ángeles (1980), 225. 13. Pla1011ismo y cristianismo en la concepción del amor en Fray Juan de los Ángeles (1983), 139- 140. 14. la «libetización» de Espolia en el siglo XVII (1985), 89-90. 15. El Barroco espa,íol dentro de la cul!ura eu– ropea (1989), 89, 105. 16. El lenguaje filosófico en el siglo XVII espa- 1101 ( 1982), 65-80. 17. Colisión de ideas en el siglo XVlll espaliol (1983),41. 18. l os jesuitas expulsados por Carlos fil den– /ro del desarrollo del pensamiento espa,,ol ( 1988), 24. 19. fnstancias actuales balmesianas (1966), 68. 20. El joven Donoso Cortés ante la problemáti– ca de su tiempo (1976), 291-295, 323. 21. Influencias del sistema de Hegel en el idea– rio de Caste/ar (1969-1970), 136-141. 22. Invidencia ante el gran polígrafo Menéndez Pe/ayo (985), 399-408. 23. Presencia en Menéndez Pe/ayo de la histo– riografía clásica y de la historiografía romántica (1983), 47-7 1. Íd. , Filosofía de la Historia en Me– néndez Pe/ayo (1985), 173-200. 24. Presupuestos filosóficos de la teología de la hisloria (1975), 38. Unamuno y Dios (1985), 281- 282. 25. Problemas contemporáneos en la Universi– dad Internacional de Ustaritz (1956), 167. 26. Temática fundamental del pensamiento de Mar1in Buber. Análisis y crítica (1986), 12- 13. 27. Sabiduría y filosofía en su significación his– tórica e ideológica (1956) 195-196. El ateísmo y el hombre de hoy (1967), 248-249, 252-253. 28. Misión de lafilosofía en una civilización. tec- 111ficada (1976), 117 ss. Significación de Juan de Santo Tomás en la hisloria del pensamiento (1982), 585. 29. l as tres grandes crisis de nuestra cultura se– gún Ortega y Gassel (1983), 25.

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